La casa payesa de Can Toni d’en Jaume Negre, que data del año 1898, estaba en 2011 completamente tapada por la vegetación. | Arguiñe Escandón

Hace cinco años, la asociación ecologista GEN-GOB adquirió en custodia durante 25 años la finca de Can Toni d’en Jaume Negre, en Sant Llorenç, cuando estaba en un estado de abandono desde hace tres décadas y ya se había convertido prácticamente en un bosque lleno de pinos. Ahora, el panorama es completamente distinto y se puede vislumbrar el trabajo que realizan los voluntarios en este proyecto. Destaca la recuperación de hasta seis tramos de pared de piedra seca y de la práctica totalidad de las antiguas áreas de cultivo que se encontraban emboscadas, así como la restauración de dos aljibes y una cisterna y la construcción de dos embalses conectados por una canalización, lo que da a la finca una capacidad total de agua de 90 toneladas. Además, se han plantado más de 250 árboles, como higueras, olivos, almendros o albaricoqueros, y se han habilitado cuatro corrales para tener las tres variedades de la raza autóctona de gallina ibicenca, así como un núcleo zoológico para la reproducción de la tortuga mediterránea.

Aunque el proyecto empezó a caminar en 2011 no ha sido hasta ahora que el GEN lo ha presentado de forma oficial con el documental ‘Can Toni: la força de la voluntat’, dirigido por Rodolfo Rubio, en el que se refleja en media hora el resultado de cinco años de trabajo.

El objetivo de este proyecto es recuperar y poner en valor una finca agraria en desuso para potenciar la agricultura y ganadería ecológica, la biodiversidad y la educación ambiental, así como el fomento del trabajo en el campo. En este sentido, el impulsor de esta iniciativa, Marià Marí, recuerda en el vídeo que este proyecto es «totalmente necesario porque no se puede perder la vida en el campo». «El trabajo en el campo es como una especie en peligro de extinción y hacen falta los máximos esfuerzos para que no se extinga. El futuro, tanto desde el punto de vista medioambiental como de las personas pasa ineludiblemente por un retorno de la vida en el campo», explica Marí.

El GEN detalla que las líneas de trabajo del proyecto se enfocan sobre tres pilares. La primera es el fomento de la biodiversidad, con la recuperación de especies y razas autóctonas, como se está haciendo con la tortuga mediterránea o las gallinas ibicencas. También pretenden recuperar el sapo balear, casi extinguido en la isla, y colocar nidos artificiales y cajas refugio para murciélagos.

En segundo lugar, la intención es potenciar la agricultura ecológica y las buenas prácticas ambientales como la instalación de sistemas de captación de agua de lluvia por gravedad utilizando las pendientes del terreno o mediante sistema de goteo. En esta línea de acción también entran las variedades locales. De momento, han creado un banco de higueras y disponen de dos higueras de cada una de las 20 variedades existentes en las Pitiüses. El mismo proceso se está siguiendo con olivos y vides y cuanto se pongan en marcha los primeros huertos se plantarán variedades locales como tomates, pimientos o legumbres.

La tercera línea se basa en la educación ambiental y formación profesional, que según aseguran será una parte «muy importante» de la función social. Precisamente en 2015 iniciaron su actividad educativa con escuelas e institutos con el programa ‘Can Toni d’en Jaume Negre. Paisatge agrari y biodiversitat’. La asociación tiene previsto realizar próximamente itinerarios temáticos abiertos al público en general y en uno o dos años abrir la finca a visitas de clientes de los agroturismos, especialmente de Sant Joan

Respecto a la formación profesional ya se han llevado a cabo en la finca cursos y prácticas de formación agrícola y forestal con la Fundación Deixalles, de agricultura ecológica con la Cooperativa Agrícola de Sant Antoni o de apicultura con la Asociación de Apicultores de Eivissa.

El proyecto del GEN arrancó con la colaboración de la Obra Social ‘Sa Nostra’, que les permitió iniciar los primeros trabajos, y en 2013 obtuvieron la concesión de la línea de ayuda Leader para el proyecto de restauración y ampliación de instalaciones de riego. También cuentan con la ayuda de Ibiza Preservation Fund. No obstante, quién tira de este proyecto es la «voluntad» de los voluntarios que trabajan para que esta finca cumpla su objetivo final: mostrar en un futuro como era la vida en el campo en Eivissa a mediados del siglo XX.