Los alumnos de Es Pratet y la Escola d’Art i Oficis en el taller de creación de juguetes de madera.

«Aprendí que no siempre los profesores son malos», «Saber que soy capaz de tratar con los niños» o «A tratar con educación a los niños y ver cómo se siente un profesor». Estos son algunos de los valores más positivos que los alumnos del PQPI de la Escola d’Art d’Eivissa aprendieron de su proyecto de colaboración Els petis fusters con el colegio es Pratet.

Los alumnos del grupo PQPI son una quincena de adolescentes procedentes de diversos centros de la isla y con un riesgo de exclusión social. «Arrastran sobre todo una marcada cultura del fracaso y muy poca atención por parte de la sociedad, familia y comunidad», explica su tutor, Xavier Picó. De este modo, para recuperarlos para el sistema educativo y la sociedad, se empezó a trabajar con los chavales en el desarrollo de las habilidades sociales y en la inteligencia emocional. Asumieron responsabilidad al ser un modelo de comportamiento para los niños con los que trabajaron y favorecieron la empatía con el profesorado.

También se marcaron proyectos para la etapa de educación infantil ya que establecer vínculos de afecto entre los niños y adultos favorece el aprendizaje, el juego es sinónimo de crecimiento y también favorece la comunicación, la interrelación con otros y su entorno, como los alumnos de la Escola d’Arts.

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