Esta tenía que ser la legislatura de la nueva política, del fin de las castas, de los privilegios, pero ha sido la legislatura de la mediocridad, de la falta de sentido común y del caradurismo político. Se puede decir y manifestar cualquier cosa sin pensar, ni analizar con sentido común, porque parece que el acta de diputado o diputada lo aguanta todo. Lo importante es salir en los medios como sea.

El último ejemplo lo hemos tenido hace unos días con la polémica agenda del Instituto Sa Colomina. El centro educativo ha pedido disculpas a los padres por haberse colado temas independentistas en una agenda, que ha sido editada por una editorial catalana. Todos tienen derecho a equivocarse, sin duda, pero lo más increíble ha sido que el diputado tránsfuga Salvador Aguilera ha defendido al instituto ante la denuncia de la organización de “ultraderecha” por denunciar esta metedura de pata. Imagino que Aguilera hubiese preferido llamarla facha, pero ahí se ha contenido. Pero si hasta el propio centro se ha disculpado, ¿a qué viene defender que los centros puedan hacer agendas con contenido político para menores de edad? ¿Cree el diputado, que debería intentar pulsar la opinión de los ciudadanos, que este tipo de acciones tienen el apoyo mayoritario de la sociedad? ¿O quizás los padres están hartos de que se intente adoctrinar en los colegios?

De verdad, lo mejor de todo es que la legislatura está a punto de acabar y que algunos de estos diputados que iban a poner la política patas arriba, a alumbrarnos a los ciudadanos con su sabiduría, se irán a casa. Y no precisamente por la puerta grande.