Para que el presidente de la minoría Sánchez siga en La Moncloa necesita el apoyo de grupos a los que el país en su conjunto les importa un carajo y que están en España o para ver cómo la quiebran o para ver cómo cambian su modelo constitucional. Un buen ejemplo lo tenemos en el País Vasco y en el PNV.

Su última gesta o afrenta al resto de los españoles va a consistir en que apoyará la subida de impuestos que está preparando Sánchez a cambio de que en su terruño ellos controlen el tema; es decir, que esa subida afecte a los demás pero no a sus euskobancos y a sus euskocompañíastelefónicas y a su euskotodo.

Mientras al resto de las autonomías, Sánchez, no les mejora la financiación (como a las Baleares de la sanchista Armengol), sólo va a seguir haciendo con, como lo hacía el PP, con el País Vasco y, desde luego, con Cataluña porque en estos momentos Hacienda ya ha agilizado un crédito de 4.800 millones para aliviar las arcas autonómicas de Tractoria. Es decir, tenemos dos Españas que no son la de los rojos y la de los fachas, como quieren hacernos creer Sánchez&Coleta, sino la España que es insolidaria que paga menos y que tiene en el resto del país su mercado y la España sufrida del que se levanta cada mañana a currar a las seis de la mañana para que parte de su nómina sea transferida a Euskalerria y al país de Torra.

Hay una España que chupa y otra que paga para que le chupen (Baleares). Una España que tiene el voto de la mayoría, pero es la otra, la que apenas tiene votos la que en realidad gobierna. Y en esas estamos, en una España distrófica y adiposa.