El pasado fin de semana Pedro Sánchez y señora volaron hasta Castellón en avión oficial para asistir al concierto de The Killers en el Festival Internacional de Beniccàssim. Para maquillar el asunto, el presidente socialista organizó un encuentro con la alcaldesa de la ciudad y el presidente de la Generalitat valenciana, Ximo Puig. Un escándalo que en países civilizados ya habría provocado, por lo menos, que el presidente saliera públicamente a pedir disculpas pero que aquí sólo ha servido para que la vicepresidenta, Carmen Calvo, justificara burdamente el acto de Sánchez al asegurar que la asistencia al FIB suponía «un acto cultural» fijado en la agenda institucional del presidente. ¡Claaaaaaro!
Meses atrás asistimos al linchamiento mediático contra la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, por el máster ‘regalado’. Ella se aferró al cargo como pudo pero al final la ‘pepera’ tuvo que dimitir por haber robado un par de cremas de un supermercado. Ahora, sin embargo, no esperen que pase lo mismo: Sánchez no es del PP y, por lo tanto, no interesa explicar que el viaje en ‘Falcon’ del presidente socialista a Castellón también es corrupción, aunque el nivel no llegue ni de lejos al de muchos dirigentes del Partido Popular que han robado a mansalva. Mientras, la serpiente de este verano con la que desde La Moncloa nos tendrá entretenidos será el traslado, o no, de los restos del dictador Franco. Una cuestión que debería avergonzar a todos los demócratas de este país que en más de 40 años no han conseguido cerrar un mausoleo que ensalza el fascismo y permite airear el sobaco a cientos de ‘patriotas’ cada 20 de noviembre.