El otro día un amigo acudió a su médico de cabecera. Tuvo ciertas dificultades para poder obtener la cita puesto que, para lo que debía ser una «consulta rutinaria normal» esperó más de dos semanas. ¿El motivo? que actualmente sólo hay tres profesionales que realicen funciones de ‘médico de cabecera’ en el hospital. No hay efectivos, y los que hay, como es comprensible, también tienen derecho a sus días libres, vacaciones, ausencias por asistir a formaciones, y ¡por supuesto! ponerse enfermos.

Pero este es el panorama en pleno mes de julio en el Hospital de Formentera. No hay suficientes médicos que puedan atender a los pacientes. Eso, en atención primaria, donde con suerte tienes asignado un médico que te conoce y sabe de tus problemas de salud, sino, deambulas de uno a otro, de sustituto en sustituto, demorando el problema y sin confianza en el profesional, no porque ellos no pongan de su parte, sino porque es humanamente imposible que se lleve un control sobre una patología si se cambia de médico cada vez que se acude.

En todos los hospitales de Baleares durante el verano se refuerzan los servicios sanitarios. Es lógico, somos una comunidad autónoma que recibe miles de turistas y este colapso está también patente en nuestros centros de salud. Pero parece que en Formentera somos ciudadanos de segunda, o de tercera. ¿Acaso no pagamos nuestros impuestos? ¿Acaso no merecemos la mejor atención? ¿No tenemos derecho a una sanidad pública decente? Pues parece ser que no.

Los médicos que deciden venir a trabajar a nuestra isla se encuentran con varios problemas sistemáticos que en la mayoría de los casos se resuelven de la peor manera: se marchan de la isla. Nuestros profesionales, los que deben velar por nuestra salud atienden al día en atención primaria a muchos más enfermos de los que debieran, cubriendo de esta manera la falta de efectivos en este área.

Además, los médicos de urgencias sufren la saturación propia de la época estival. Pero no únicamente son problemas desencadenados por su mera labor profesional. No. Existen otros problemas que hacen que todavía resulte más complejo escoger Formentera para un sanitario: es imposible encontrar vivienda. Muchos de ellos a pesar de trabajar en Formentera deciden vivir en Ibiza puesto que aquí es casi imposible encontrar una vivienda digna.

Y por si la falta de personal, la dificultad de la vivienda y las limitaciones que supone vivir en una isla que debe tomar como hospital de referencia para urgencias graves o complicadas uno que está «a 15 minutos en helicóptero» fuese poco, además, añadimos que el Govern y el Consell de Formentera defienden a ultranza que los profesionales de la sanidad deben saber catalán, como requisito.

Por si no hubiera ya suficientes trabas. Es cierto, especialmente para las personas mayores que tienen dificultades para entender otra lengua que no sea la propia de la isla, puede ser complejo acudir a una cita médica y que el profesional no les entienda. Pero no es menos cierto que en los exsmenes que acreditan el nivel requerido el dialecto que hablan nuestros mayores brilla por su ausencia y si hay alguna modalidad insular es la del mallorquín.

Además, si estos gobernantes hablasen con nuestros mayores sabrían que de lo que se quejan realmente es muchísimo más complejo, como no poder acudir en un par de semanas o tres porque no hay cita, o que lejos de poder coger confianza con su médico, cada vez que acudan a la consulta haya un profesional diferente que no conozca para nada -más allá de la información existente en la ficha del paciente- a la persona que tiene delante.

Por supuesto, es importante que los y las profesionales médicos sepan catalán, se podría conseguir mediante incentivos, pero es mucho más importante que tengamos a esos profesionales y con una estabilidad, que no estén quemados con jornadas maratonianas, que puedan visitar a sus pacientes y hacer su trabajo de la mejor manera posible y por supuesto, que puedan optar por una vivienda que les permita vivir en esta isla. Por que...

¿Quién cuida de los que cuidan de nosotros?