El tiempo y la hemeroteca, tienen la mala costumbre de ponernos cara a cara con las verdades; así, ideas que nacen como un brindis al sol, cuya consistencia solo es evidente para el que las pone sobre la mesa y los que le aplauden, son sometidas a la luz implacable de la realidad.
Desde Fomento del Turismo se hicieron en su día alegaciones al proyecto de Ley del Impuesto sobre Estancias Turísticas en las Isla Baleares y Medidas de Impulso del Turismo Sostenible, la popular ecotasa, por una razón inicial que se basaba en que no era oportuno como destino turístico estacional, poner un impuesto al visitante con un mensaje tan claro como el que se comunicó: “porque el turista destroza y debemos compensar el desgaste”. Ningún destino competidor de sol y playa tenía este tipo de impuesto, pero nos recordaron que en muchas ciudades europeas existe y no produciría rechazo en nuestros visitantes, principalmente europeos.
La segunda razón por la que nuestra asociación no estaba de acuerdo con este impuesto fue que sería recaudado, gestionado y justificado desde Mallorca; en aquel momento se solicitó que fuera aplicado el impuesto en el territorio donde fuera recaudado. No se escucharon a quienes pedían esto y nació como un impuesto autonómico, en lugar de como una tasa que se pudiera recaudar por cada municipio, y por tanto fácilmente aplicable en todo lo que el turismo generara de perjuicio y lo mas importante, percibido claramente por el ciudadano, tanto residente como visitante.
Y como el papel lo resiste todo, los principios del impuesto eran tan altruistas y benéficos, que todos callamos y contuvimos el aliento, pendientes del milagro. En palabras del entonces Conseller de Turismo Biel Barceló, este impuesto serviría para “compensar la huella ecológica del turismo y la mejora del medio ambiente”, tal y como la propia exposición de motivos de la Ley reguladora del Impuesto establece y en el propio artículo 2 así lo recoge como un impuesto de carácter finalista.
Y el balance del “tesoro”, como lo definió en su día Catalina Cladera, Consellera de Hacienda, es que en 2016 Ibiza recaudó 6,3 millones del total de 40 en todo Baleares (15,17%) y en 2017 recaudamos 10 millones, también el 15% del total Balear. Por lo que para 2018, con la subida DOBLE del impuesto, el Govern espera recaudar 120 millones. Así pues, Ibiza habrá sacado, euro a euro, del bolsillo de nuestros visitantes la nada despreciable cifra de 35 millones de euros que no llegaran a ser vistos ni de lejos por nuestros “sufridos y maltratados” residentes, ni mucho menos por los “devastadores y esclavizantes” turistas de la Pitiusa Mayor.
Y pendientes del milagro, seguimos conteniendo la respiración; porque el milagro que generará este filón descubierto por nuestros gobernantes será tan espectacular, que dejará asombrados a propios y extraños. A día de hoy, somos legión los que buscamos detalles de la aplicación de estos abultados fondos, que avaramente nos niegan los responsables de dicha gestión; opacidad donde nos prometieron transparencia.
Hasta el pasado mes de junio, el organismo responsable de la gestión del impuesto era la Comisión de Impulso del Turismo Sostenible, cuyos informes debían posteriormente ser refrendados por el Consell de Govern, y esto debía parecer una traba a los propósitos de los actuales gestores ya que se empeñaron desmantelar la anterior Agencia del Turismo Balear (ATB) donde, aunque con muchas limitaciones, el sector empresarial tenía algo que decir, para convertirla en la actual Agencia de Estrategia Turística de las Islas Baleares (AETIB) que será entre otras cosas, plenipotenciaria en la gestión del impuesto. Con este cambio, las voces críticas has sido silenciadas definitivamente, ya que el sector privado ha sido relegado a Consejo Asesor sin capacidad alguna de decisión.
Y como todos los nacimientos traen un pan debajo del brazo, nuestra AETIB se he estrenado desvelándonos la naturaleza del milagro, unilateral e indiscutible: con la ecotasa, como si dinero de Monopoli se tratase, contempla financiar la adquisición y rehabilitación de viviendas para uso social público. Si ya era evidente que la aplicación del impuesto no era medioambiental, ni sostenible, ni equitativa con los territorios, ahora ya no es ni siquiera es coherente con sus propios principios. Estamos viendo como el impuesto, lejos de ser finalista, va a engrosar el saco de los Presupuestos Generales de la Comunidad y el Govern dispone del mismo a su antojo o conveniencia, sin que repercuta ni en el sector, ni compense a la sociedad por el coste medio ambiental, además de que dicha decisión de carácter populista puede tener rayar la ilegalidad o cuanto menos distorsionar el carácter finalista del mismo.
Fomento del Turismo, se reafirma en sus argumentos contra un impuesto impopular e inoportuno, que ahora, además, jugará en el opaco mundo inmobiliario. En el Turismo Balear tenemos suficientes antecedentes de mala praxis en el uso del dinero público, como para, llegado a este punto de aplicación del “tesoro”, pidamos transparencia y que nos replanteemos este impuesto que cada día es más difícil de cobrar y que nos resta competitividad. 2018 no era el año para duplicar la ecotasa, y mucho menos para terminar jugando como trileros al monopoli con el dinero de nuestros visitantes.