Desde Fomento del Turismo, llevamos años reclamando más control de las ilegalidades, avisando de que, si no se ponían límites a algunas iniciativas privadas, nos encontraríamos con un efecto de cansancio tanto en los residentes como en los visitantes asiduos de la isla y dañaríamos nuestra marca.

En 2011 comenzó su andadura el Club de Producto ‘Ibiza Luxury Destination’ precisamente para definir qué es el lujo en Ibiza: Ibiza es el lujo… una playa al atardecer, una paella con los pies descalzos en la arena, una fiesta donde todos somos anónimos y amigos, nuestras raíces convertidas en arte y vanguardia.

Entendimos en aquel entonces, que había una enorme presencia de ‘agentes comerciales piratas’, muchísima ilegalidad, estafa entorno a este tipo de cliente, y que era la hora de proteger con una marca de calidad a aquellas empresas de la isla, que, durante muchos años, han actuado con profesionalidad, calidad y arraigo con la isla, frente a especuladores y estafadores. Cada año nuevas empresas se asocian al Club, para trabajar en una versión de Ibiza que todos podamos disfrutar.

Ibiza es la diferencia para los clientes de este sector, Ibiza es su destino. Nuestros visitantes, desde aquellos que pueden consumir experiencias de alto precio en cualquier lugar del mundo, hasta las familias, pasando por grupos de amigos, reclaman que nos centremos en nuestras señas identitarias y sigamos siendo Ibiza… Ibiza en positivo.

Han ido pasando los años, incorporándose a la ilegalidad nuevos inventos. Llegaron los ‘taxis piratas’, después cientos de furgonetas con cristales tintados que recuerdan al Chicago de Al Capone; desde la asociación hemos transmitido en infinitas reuniones con las diversas administraciones, del peligro que representaban para el tejido empresarial de la isla y la seguridad de nuestros visitantes; pero lamentablemente todos sabemos que nada se ha conseguido para erradicarlo.

Hace varios años, coincidiendo con el auge de la venta de alojamientos por internet, empezaron a llegar los alojamientos ilegales en pisos residenciales. Desde Fomento volvimos a pedir controlar esta oferta emergente, que se prohibieron por ley en 2012, pero a nadie le interesó aplicar la ley con contundencia, y hoy de aquellos polvos vienen estos lodos: perdida de rentabilidad para las empresas legales, falta de vivienda para residentes y trabajadores, inseguridad y ruidos en zonas residenciales. En definitiva, hacer de cada domicilio privado una industria. Saturación en servicios públicos, abuso de recursos como el agua, excesos de vehículos…

Y así podemos seguir desgranando ejemplos sobre cualquier sector económico de la isla, restaurantes, comercio, empresas de actividades y un no acabar. ¿Qué hemos hecho para evitar todo esto? Pues desde Fomento del Turismo, trabajar en acciones sociales y advirtiendo a las administraciones. Pero año tras año vemos como no se resuelven los problemas y cada temporada esta desidia trae nuevos piratas, amigos de piratas, que se incrustan en nuestras vidas y no hacen caer en el constante desaliento.

¿Qué hace la administración publica ante esto? Pues dejar crecer la insatisfacción ciudadana, aplaudir muchas manifestaciones de turismofobia popular y declararse incapaces de controlar y finalmente, echar mano de la solución mágica: PROHIBIR. Hacemos nuevas leyes que modifican leyes anteriores aún no aplicadas, decretos que amplían las confusiones de los decretos anteriores, moratorias, excepciones a leyes diseñadas contra empresarios con nombres y apellidos, duplicamos de un año para otros impuestos supuestamente ambientales a los visitantes antaño queridos por todos, y que hoy sufren nuestro caos estoicamente, prohibimos música en terrazas. En definitiva, ahogamos un poco más siempre a los mismos, a los empresarios legales que con sus impuestos contribuyen a financiar la fiesta de la burocracia administrativa, que con sus inversiones reinventan y mejoran destinos maduros, que alargan las temporadas para poder conservar las plantillas de trabajadores, en definitiva: desincentivar la legalidad.

Y llegó el día en que el Turismo buscó otros destinos, donde no tuvieran que sufrir tantas agresiones, donde no se les diga que estorban, donde la población se alegre de verlos y los empresarios tengan su playa con hamaca desde el primer día de la temporada, donde no salga agua salada por sus grifos o que no pierdan la mitad de sus días en las carreteras camino de las playas. Y por fin no hay turistas en las playas, ni en los mercadillos, ni en el puerto ni en los hoteles, pero a los estafadores que malvenden nuestra isla, no les ha bajado la fiesta.

Pero hemos descubierto la segunda solución mágica para explicarlo todo: han resurgido los mercados competidores. Y ya está, dormimos tranquilos porque ya hay un culpable de nuestra desgracia, muy oportuno porque no nos obliga a hacer nada, es algo inevitable, ¡fuera de nuestro alcance!

Pero la realidad es que nosotros nos hemos encargado de dañar la Marca Ibiza, de que los clientes que hemos fidelizado, durante años de buen servicio, en este momento no quieran mezclarse con los gánsteres. Y como ciudadanos, con una visión ‘tortillopatatera’ seguimos quejándonos de todo lo que nos aprieta, sin valorar que por cada turista menos, un porcentaje de empleo, de impuestos y de bienestar social, desaparece.

Y finalmente, cuando le vemos las orejas al lobo ya es tarde, el lobo ha estado riéndose de nosotros, vestido de estafa e ilegalidad y se irá de Ibiza cuando ya no haya nada que esquilmar, dejándonos sin industria, sin empleo y sin recursos. Fomento del Turismo invita a toda la sociedad ibicenca a pensar en positivo sobre el turismo: cada visitante un amigo.