Francina Armengol, que fue sanchista un tiempo hasta que Pedro Sánchez tuvo su primera caída para dejar Francina de ser sanchista y ahora a volver a ser automáticamente sanchista dado que Sánchez cotiza al alza (y ella también quiere cotizar al alza, a lo baronesa); pues nuestra presidenta de todos y todas (me perdone mi amigo celiano Darío Villanueva, director de la RAE, por fastidiar el genérico) ya no tiene excusa para que Madrid, el centralismo, le dé todo lo que le tiene que dar, porque uno de los suyos es presidente del Gobierno de España y este no es Rajoy y no puede fallar. De modo que si Baleares tenía taras de financiación, de dar mucho y recibir poco, es porque estaba el PP, con Rajoy, Soraya y todo lo demás, gobernando el país y estos no escuchaban las demandas de nuestra presidenta. Pero ahora tiene ella la oportunidad única de conseguir todo lo que necesita Baleares y que el estado español le niega. Es decir tiene un colega en la poltrona máxima y vamos a ver cómo ahora nos llueve café en las Islas porque el nuevo presidente del Gobierno de España es del mismo team y cómo nos va a negar el pan y la sal (aunque en Ibiza tenemos las sal de nuestras salinas para aburrir). El problema de Armengol será que Pedro Sánchez va a tener que negociar y dar tanto a podemitas, ezquerranos, nacionalistas vascos (aunque estos ya cobraron de Rajoy para luego hacerle un conde don Julián), a Torras, a Bildu, que no sé si Pedro va a tener tiempo para ocuparse ni de Baleares ni de España porque me da que su vida monclovita va a consistir en estar todo el día en videoconferencia con sus veinte o treinta socios para ver cómo mantiene el tipo y la presidencia y como aplaca a las fieras, que esperemos por el bien de todos que sea capaz de juntar o reajuntar tantas y tan variadas sensibilidades. Aunque ignoro cómo va a hacer esa pipirrana.