Quién no recuerda aquella canción de Manolo Escobar, el cantante almeriense que fue capaz post mortem, como el Cid, de cargarse el Preprocés con la resonancia de su «Viva España» en las calles de Tabarnia; me refiero quién no recuerda aquella canción en la que Manolo canta «que viva el vino y las mujeres» (¡que incorrecto eres Manolo!) y añade que también «vivan los cuatro puntos cardinales de mi patria, y que vivan los cuatro juntos». Y la verdad es que los cuatro puntos cardinales están deterioradillos, y no lo digo por el caso Molina que también, sino porque en el Norte sigue el Posprocés pero ya con una cantidad de sandeces jurídicas que, la verdad, cuesta creer que vivamos en un país civilizado, hijo de la Ilustración, en el que impera la ley democrática, porque Torrent, Torra y hasta Torrente se ven capaces de crear, ellos mismos, un ordenamiento jurídicos de chistera con la ayuda del muñeco Rockefeller. Un país con gente que legisla lo que le da la gana, antes la impasibilidad de ciertos organismos es una verdadera locura que demuestra una vez más que somos parte de África. Y eso en el Norte, pero en el Sur ahora resulta que no tenían bastante con el asuntillo de los Eres y se acaba de publicar toda la maraña de paniaguados, amiguetes, familiares, vecinos, conocido y saludados que formaban parte de la afortunadamente disuelta y quebrada Fundación Andaluza Fondo de Formación y Empleo (Faffe), pomposo nombre para no conseguir un trabajo a nadie, salvo a los camaradas. La Faffe o Fofe servía no para combatir el paro sino para aumentar el clientelismo de los amiguetes. O sea, por el norte estamos como estamos y por el sur pues seguimos haciendo el cafelito pero, ahora, sin Juan Guerra.