Camilo José Cela escribió, y lo recoge mi compadre García Marquina en su jugoso libro ‘Cela y España’ (Aache edic.), que la guerra civil en España dura siempre, solo que de tanto en tanto estamos en tregua.

También dijo que la esencia de nuestro país consiste en el desencuentro y que los españoles de mala fe, y peor baba, son o antimarxistas o antifascistas porque al no saber ser ellos mismos son anti-algo, incapaces de pensar y de definirse por sí mismos, su sustancia consiste en ir a la contra.

Todo eso lo vemos cada día en el palenque político tan cutre que tenemos, lo hemos visto en un caso de chanchullos recientemente ventilado en Ibiza y lo vemos en los exabruptos que como churros producen las mareas o mareos podemitos (sic).

Un ejemplo de esa podredumbre mental es el senador ese que ha dicho que Don Pelayo es un precedente del franquismo y el senador ese ¿de quién es precedente o antecesor?, ¿del homo antecesor?, como todos, o de un sistema educativo de cuarta regional que permite que salgan cabezas colgantes, no pensantes, de semejante calaña. ¿Y Viriato o Felipe II de quién de quién son precedente? ¿Y Rita la Cantaora?, esa sí parece precedente del senador de Compromís. Una cosa es el uso de la historia que hacen los dictadores y al parecer algunos senadores y Quim Torra y otra es la historia tal y como fue.

Lo que no se puede permitir es que todo valga para engañar a la gente y hacerlo en Democracia. Gracias, Arturo Pérez Reverte, por decir la verdad una vez más. Ninguno de nosotros conoció ni a don Pelayo ni al oso de Cosgaya, ni a Santiago Apóstol, ni sabemos como cerró España, pero hay algunos que parecen saberlo todo, andan ligeros de visceralidad.