Analicemos la polémica surgida a raíz de una charla sobre ciberacoso pronunciada por la jefa del Grup Central d’Atenció a la Víctima de los Mossos d’Esquadra en el IES Marc Ferrer de Formentera. La razón de la polémica no está en los términos de la charla organizada por la APIMA, que nadie ha criticado, sino la pertenencia de la ponente a la Policía autonómica que a raíz de la consulta organizada por el Govern de la Generalitat el día 1º de octubre del año pasado y de su actuación contemplativa por aquel acto declarado ilegal por el Constitucional, se ha visto duramente criticado por los sectores contrarios a la independencia.

No se ha oído ninguna crítica por el contenido de la conferencia ni de los detalles explicados por la agente, lo cual es positivo. Y no habría de ser motivo de polémica que la autora de la charla sea una funcionaria de policía de Catalunya, porque a buen seguro que si se tratara de una educadora social de la Diputación de Teruel o de un pedagogo del Ayuntamiento de Úbeda, por citar dos ejemplos, nadie habría cuestionado la pertinencia del acto. Quienes denuncian lo inapropiado de la presencia de una Mosso d’Esquadra en Formentera debieran meditar sobre ello, incluyendo a los sindicatos policiales. Lo que ha hecho Ciudadanos de alertar del «desembarco de los Mossos en Formentera», es rozar el ridículo sin ninguna necesidad. Dado que nadie tiene queja de los contenidos de la conferencia, ni consta que se dijese nada que no debía ser dicho, no se comprenden las quejas como no sea que vienen trufadas de la pátina política que, con respecto a Catalunya, no logramos evitar últimamente en casi nada. Es agotador, tanto por parte de los españolistas como de los independentistas.

Los centros docentes tienen autonomía para organizar sus actividades y en el marco de esa autonomía, que hay que defender, cada centro decide qué charlas imparte y quién las ha de llevar a cabo. Mucho más si fue organizada por la APIMA. Que la charla pudiera haberla dado un agente de la Policía Nacional o de la Guardia Civil, es cierto y quizás hubiera sido lo mejor. Pero ¿acaso es obligatorio? Ya habrá más ocasiones. Todos debieran procurar no sacar las cosas de quicio y ajustar sus críticas a la realidad de los hechos, no a suposiciones ni a juicios de intención. Menos aún a prejuicios políticos, de los que conviene dejar siempre al margen al sistema educativo.