La preocupación de la ciudadanía por los casos de corrupción es grande, como demuestran las encuestas del CIS y es muy comprensible que así sea. La gente reclama que se castigue severamente a los corruptos, pero aún más que se haga lo necesario para recuperar el dinero. Sin embargo llega el PSOE de Ibiza y dice que si quien mangonea dinero público es uno de los suyos, la cosa cambia, que ya no hay tal mangoneo y que de devolver, nada de nada. El alcalde de Ibiza Rafa Ruiz defiende al sospechoso diciendo que es «un gran gestor, un gran político, un maestre, un amigo, un referente, una gran persona», pero los inspectores del SOIB y de la Conselleria de Treball, que dirige el también socialista Iago Negueruela, dicen cosas muy distintas y nada buenas. Detectaron irregularidades graves en unos cursos de formación a parados entre 2009 y 2011 que llevó a cabo una empresa de Alfonso Molina, hasta el jueves primer teniente de alcalde de Hacienda de Ibiza y por ello le reclaman la devolución de más de 27.000 euros de la subvención recibida (el adelanto que cobró más los intereses).

El SOIB acusa a Molina de subcontratar personal de su propio «entramado societario» con la única intención de incrementar el coste del servicio docente, «una forma de proceder que encarece el coste de impartición de la docencia sin aportar ningún valor añadido». Se llega a afirmar que se incrementaron «de forma ficticia (y por tanto, fraudulenta) los costes económicos declarados en la justificación de la subvención». Pero no solo se hincharon los gastos de personal, también del material. Los inspectores citan el caso de un libro de inglés que fue autocomprado a otra empresa de Molina por 38 euros, cuando su precio real era de 9,39 euros, un sobrecoste de más del 400%. Y así todo.

Los combativos socialistas ibicencos que tan indignados se mostraron con el vergonzoso caso del máster de Cristina Cifuentes, ahora hacen piña con su concejal y pretendían que siguiese al frente del departamento de Hacienda como si nada. Desde Palma forzaron la dimisión de Molina cuando se le ocurrió la imprudencia de arremeter contra el SOIB y contra los funcionarios, olvidando que el conseller es también inspector de trabajo. Y además cometió el error de bulto de pensar que su palabra, la de un imputado en el caso ‘Eivissa Crea’, pesaba más que la de los funcionarios del SOIB. Se equivocó porque ni Francina Armengol ni Negueruela están dispuestos a que les salpique un mangoneo con las subvenciones de cursos a parados. ¡Ni que esto fuera Andalucía!