Resulta peligroso pretender vivir eternamente de la inercia pero más peligroso es aún decidir –como decidieron hace tres años Vicent Torres y los podemitas- que Eivissa tiene que decrecer.

Tras una durísima crisis económica que tuvo su punto álgido en la anterior etapa de gobierno socialista (2009) cuando nuestra economía decreció un 2,2%, fue gracias al esfuerzo de los ibicencos, de nuestros empresarios y trabajadores acompañados de las reformas estructurales en nuestra economía del Partido Popular que nuestra isla volvió al crecimiento económico y a la generación de empleo.

Es el crecimiento económico lo que nos ha permitido generar empleo en Eivissa y derivado de ello reducir la desigualdad social como demuestra el descenso continuado del indicador de Gini en nuestro país desde 2014.
¿Cómo se puede generar empleo sin crecimiento? ¿Cómo es posible proceder al aconsejable incremento de las rentas salariales si nuestra actividad económica se desacelera? Resulta muy sorprendente que tengamos que explicar hoy, ante las decididas políticas de decrecimiento de Vicent Torres y los podemitas, que es el crecimiento económico el que permite el progreso social de los pueblos, que es el crecimiento económico lo que nos ayuda a hacer las políticas necesarias de inclusión, que es el crecimiento económico –en fin- lo que sustenta la redistribución de riqueza porque decreciendo lo único que se reparte es la miseria.

Sin embargo, por muy obvio que parezca lo anterior en estos tres años de gobierno de Vicent Torres y los podemitas hemos asistido al empeño permanente por decrecer. Las moratorias para todo, la inacción en la necesaria corrección de los desequilibrios en nuestra economía a través de las imprescindibles reformas estructurales, las permanentes políticas de agresión hacia nuestra principal industria: el turismo o la burocratización desmedida en nuestra administración insular que hace que nada avance y todo languidezca en los laberintos de los procedimientos sin ningún impulso de los gestores que nos gobiernan, han ido poco a poco consiguiendo la desaceleración que hoy se nos anuncia.

Hoy por primera vez en 6 años (desde febrero de 2012) las nuevas contrataciones decrecen respecto del año anterior tras dos años de estancamiento. Hoy tras reducciones del paro del orden de 1.300 personas anuales en 2015 y 2016 el ritmo de reducción del desempleo se desacelera y sólo lo reducimos en menos de la mitad (519 personas febrero 2017/2018).

La Fundación BBVA Research ha alertado de que hay síntomas de agotamiento en el crecimiento económico de nuestra isla y que Mallorca toma el liderazgo de la creación de empleo en 2017, previendo una desaceleración del crecimiento en 2018 y 2019. Resulta preocupante que este estudio observe desaceleración en los tres vectores del crecimiento económico: menor contribución de las exportaciones (turismo); menor inversión y menor consumo de las familias.

Igualmente, la percepción de nuestros empresarios es sombría y han notado las políticas de la desaceleración y la parálisis de Vicent Torres y los podemitas. De los datos hechos públicos por Pimeef esta semana se deduce que la percepción de que nuestra economía va bien desciende cinco puntos y sólo un 32% de los empresarios aseguran que sus ventas crecieron en 2017 cuando eran un 45% los que lo aseguraron en 2016 respecto de 2.015. Eso si tras la moratoria en este sector de diciembre de 2015 y la destrucción del pequeño comercio acelerada, el Plan Director de Comercio duerme aún el sueño de los justos en los cajones de la Consellera Díaz.

A la vista de lo anterior, el eslogan de la sostenibilidad suena hueco en la voz de Vicent Torres y los podemitas, como resultan huecas las permanentes excusas para la inacción: «…que si Montoro», «….que si la burocracia», «….que si Madrid me mata», incluso la última es «…..que si internet y la globalización».

El Partido Popular ha venido denunciando la parálisis del Pacte de izquierdas en el Consell, cuando no las políticas decididas para decrecer y al tiempo hemos apostado por una Estrategia para Eivissa dirigida a mejorar nuestra competitividad, es decir, crecer y añadir valor consumiendo menos recursos.

Hemos de dejar atrás la inacción y ser ambiciosos, apostando por la reformas en nuestra económica que pasan –entre otras medidas- por una correcta planificación de nuestras infraestructuras; un redireccionamiento de las políticas de I+D+I para que en lugar de ser la fuente del clientelismo político sean el impulso que permita a nuestras empresas ganar productividad; el redimensionamiento de nuestra administración insular que permita ayudar a los ciudadanos en lugar de serles un obstáculo; la necesaria reducción de los costes de insularidad y una política fiscal dirigida a abaratar el precio de la vivienda tanto en propiedad como en alquiler y que, por otro lado, contribuya a que se queden en Ibiza los ingresos necesarios para atender las externalidades negativas que provocan los incrementos de vehículos en nuestro territorio.

No es tiempo para el desánimo ni para la parálisis, lo último que precisamos es un Consell agotado como el que tenemos hoy, es tiempo para las decisiones y la acción porque, a pesar de las políticas equivocadas, es necesario crecer.