Yera y Melani son feministas, artistas, educadoras y todo lo que termine en «a». Han publicado en una página de CCOO, un decálogo de 19 puntos para feminizar la escuela. Para elaborar tan sesudo auto de fe han usado terminología de Foucault, de modo que con ese bagaje hay que atarse los machos. Para estas dos, la escuela es una alcantarilla en la que desagua la ponzoña sexista, racista, clasista y hasta colonialista, y para arreglar ese desaguisado tienen una serie de propuestas con las que convertir el cole en espacio para la revolución social. Consideran que la escuela tiene un potencial revolucionario y para detonarlo primero hay que internar un tiempo al profesor en centros de feminismo (1984, Orwell); luego hay que usar el neutro «todes» (¡coño, menudo hallazgo!) para sustituir al genérico todos; también hay que dar a leer a los nenes la misma cantidad de libros escritos por mujeres que por hombres (habrá que llevarse al colegio una balanza romana). Proponen meter más mujeres en la Historia del Arte (pues quitamos a Leonardo y ponemos a Marifé de Triana). Recomiendan, estas grandes defensoras de la libertad, prohibir la lectura de Neruda, de Pérez Reverte y de Javier Marías y quieren que los profes incidan en que Nietzsche fue un borde por ser misógino, las ideas de Nietzsche les importan una higa (femenino). Sostienen que no tiene que haber en el cole un baño para los niños y otro para las niñas, los WCs son espacios comunes, no hay que verlos como espacios de conflicto (yo los baños los veo como un espacio para cagar, no como algo para interactuar). Dicen que es mejor hacer en los colegios pistas de baile porque quieren prohibir el fútbol en el patio por ser juego competitivo, excluyente y que monopoliza.