«Jorge Campos merece una bomba de destrucción nuclear». «Queremos la muerte para estos cerdos». «Bauzá debería morir en una cámara de gas». «Eso es poco, su casa, su farmacia, le prenderemos fuego». «Le arrancaré la arteria y todo lo que haga falta». «Queremos la muerte para todos estos cerdos». «Que tengan miedo, joder, que tengan miedo». «Que tengan miedo como un guardia civil en Euskadi». «Un pistoletazo en la frente de tu jefe está justificado o siempre queda esperar a que le secuestre algún GRAPO». «Dicen que pronto se traspasa la cloaca de Ortega Lara y muchos rumorean que Rubalcaba merece probarla, complejo de zulo mi casa a ver si un día secuestro alguno y le torturo mientras le leo el Argala». «Queremos que el miedo llame a sus puertas con llamas». «Que explote el bus del PP con nitroglicerina cargada». Si aceptamos que alguien, por más que lo haga rapeando, amenace a quien piensa distinto a él -como es el caso de Jorge Campos-, que se regocije con el dolor generado por las acciones violentas de organizaciones terroristas que han secuestrado y asesinado a gente inocente por centenares en este país, vivimos en el más absoluto desamparo. Uno no puede escribir -ni rapear- lo que le viene en gana. Todos hacemos intensos ejercicios de contención para no ofender a nadie cuando escribimos, ya no digo nada de insultar o amenazar.

Valtonyc no irá a la cárcel por ser rapero, ni por criticar a la monarquía o al Gobierno. Que nadie se deje engañar. Él hizo algo mucho peor que merece un castigo penal. Quizás no tan duro, no lo niego, pero Valtonyc no es una víctima ni un mártir. Y mucho menos un preso político. Llama la atención que los mismos que claman a su favor ahora, están todos los días denunciando delitos de odio que ahora no ven por ningún lado. Porque no es a ellos a quienes amenazó Valtonyc.