El Evangelio de hoy nos dice que Jesús se levantó de madrugada todavía muy oscuro y fue a un lugar solitario, y allí oraba.

Son muchos los pasajes del Nuevo Testamento que refieren la oración de Jesús. La oración de Jesús es oración de alabanza perfecta al Padre, es oración de petición por sí mismo y por nosotros. Es alabanza y acción de gracias perfecta porque Él es el Hijo de Dios en quien el Padre se complace plenamente. La oración de Jesús según vemos por numerosos pasajes evangélicos era una continua petición al Padre por la obra de la Redención, que Él debía realizar por medio del dolor y el sufrimiento. Además el Señor quiere enseñarnos con su ejemplo cuál ha de ser la actitud del cristiano: entablar habitualmente un diálogo filial con nuestro Padre Dios. Orar es hablar con Dios de las cosas que acontecen en nuestra vida. De alegrías, tristezas, éxitos y fracasos, preocupaciones diarias, etc.

Orar, en expresión de Santa Teresa de Jesús, es hablar de amor con Aquel que sabemos nos ama.

Dentro de pocos días, el catorce de este mes, comienza el tiempo de Cuaresma. Es un tiempo de gracia y de perdón. Una manera práctica de prepararse para la Cuaresma es la oración y la escucha de la Palabra de Dios.

Si lo permiten las obligaciones, ¿por qué no proponerse asistir a la misa diariamente?. Sabemos que en la santa misa alabamos, bendecimos, adoramos, glorificamos y damos gracias a Dios. No hay mejor oración. Eso no excluye que la lectura espíritual, por ejemplo el Nuevo Testamento, también el rosario, la visita al Santísimo Sacramento, se minusvaloren, todo lo contrario, estas devociones populares son muy recomendables. En este pasaje evangélico Jesucristo nos dice que su misión es predicar, evangelizar. Para esto ha sido enviado. El Señor elige a sus Apóstoles para enviarlos a predicar. “ Id al mundo entero y predicad el Evangelio”( Mc.3,14 y 16,15).

La predicación es el medio elegido por Dios para llevar a cabo la salvación. La fe nos viene por el oído, leemos en la carta a los Romanos. La Iglesia destaca entre los deberes principales de Obispos y de Presbíteros el de predicar el Evangelio. La predicación de Jesús no consiste solo en palabras. Es una doctrina acompañada con la autoridad y eficacia de unos hechos. Jesús hace y enseña. También la Iglesia ha sido enviada a predicar la salvación. Esta obra la pone en práctica mediante los sacramentos y, especialmente, a través de la renovación del sacrificio del Calvario en la Santa Misa ( S.C.nº 6)

Todos los laicos, en la Iglesia de Dios, hemos de escuchar devotamente la predicación del Evangelio y todos hemos de sentir, al mismo tiempo, la responsabilidad de transmitirlo con palabras y con hechos.