Es un género muy viejo que de vez en cuando emerge en algún periódico. Se trata de ridiculizar el carácter de algún país vecino recitando la lista de sus peculiares formas de vida. Incluso se han escrito libros y series. Recuerdo a Fernando Díaz-Plaja, que a lo largo de su vida se dedicó a explicar los siete pecados capitales del vecindario. Tanto le funcionó la fórmula que escribió uno dedicado a los suyos propios.

Chris Haslam publica un artículo paródico sobre los españoles, ‘How to be spanish’. Lo leo por encima y como hace al caso, se vale de los manidos tópicos como recurso narrativo para ridiculizarnos. Bueno, no es para tanto, si salvamos el hecho de que las generalizaciones casi siempre son erróneas o fruto de la ignorancia.

Pero ¿cómo negar que los españoles hablamos muy alto, que somos confianzudos y que nos tomamos libertades con el tuteo, inimaginables en los años 70, ejemplo? ¿Por qué le llama tanto la atención la corta duración de las luces automáticas en los baños?

Lo que se sorprenderá el día en que les cobremos el agua del grifo, para ver la televisión o por disponer de 25 litros de agua caliente para la ducha, como me han hecho a mi en algunos hoteles de Europa.

Le llama la atención que prefiramos comer las tapas en la barra del bar y no en las mesas o que tengamos un horario de comidas muy diferente al british. Tiene razón, pero quizás no sepa que comer solo en una mesa es un poco desangelado y además es bastante más caro. En lo de los horarios le doy la razón. En fin, que haga.
@Mariano Planells