Recientemente un periódico de León publicó una entrevista que Manuel Cuenya le hizo a mi vecino en Madrid y catedrático de Literatura de la Universidad Complutense, Javier Huerta Calvo, poeta, dramaturgo, autor de infinidad de libros de crítica literaria sobre nuestros clásicos y modernos como Lorca; además Javier es especialista en la obra de Leopoldo Panero y de otros muchos escritores de valía. El entrevistador le preguntó a Javier por la política actual y por los portentos que dirigen un país tan denso, histórico, variopinto y potente como debería ser el nuestro si hubiéramos tenido una enseñanza media de calidad y no hubiera existido el adoctrinamiento (y en eso estoy con Mariano Planells y no con el adoctrinado Rufián); adoctrinamiento que ha vaciado millones de cabezas que se han quedado casi en estado vegetativo. Y Javier contestó sobre los políticos de esta hora de España: «Mi opinión no muy buena, la verdad. La política está en manos de profesionales sin escrúpulos (corruptos) o/y sin formación (estultos). La actual crisis catalana ha permitido ver la superioridad intelectual de figuras del ‘ancien régime’ de la Transición (Borrell, González) sobre los figurines posverdaderos (Puigdemont, Iglesias, Colau, Kichi, etc.). Pienso también en otras figuras ya fallecidas pero que, desde trincheras contrarias, defendieron nobles ideales: Fernández Miranda, Tarradellas, Tierno Galván, Suárez, Fraga, Sánchez Montero, Camacho...». Una respuesta que es dardo en la diana y que explica perfectamente la situación cochambrosa en la que nos hallamos. Apenas hay políticos con vocación de servicio público y con una experiencia y formación como los que tuvimos en la Transición, entonces los políticos estaban muy por encima de sus votantes; hoy pasa lo contrario, están muy por debajo, por eso cualquier avispado jeta puede ser alcalde, concejal, diputado, líder e incluso mesías de pacotilla.