Me entristeció el debate de ayer en el pleno del Ajuntament d’Eivissa, donde una moción presentada por el PP para mostrar el apoyo del Consistorio a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado como garantes del Estado de Derecho, derivaba en un debate absurdo plagado de reproches entre las distintas fuerzas políticas, donde salieron a relucir incluso «los grises». La discusión fue bastante ridícula, porque estaban todos de acuerdo en el fondo del asunto que era apoyar a la Policía y la Guardia Civil frente a los acosos y escraches que están sufriendo en Catalunya, pero censurando los excesos en el uso de la fuerza que se dieron el 1º de octubre (deliberadamente magnificados por los independentistas). Los concejales de Vila se enredaron en acusaciones sobre la motivación de la iniciativa -que venía de la calle Génova, dijeron los de izquierdas- para no votar juntos un texto que de haberse negociado antes, posiblemente hubiera obtenido el voto unánime, como bien dijo el concejal socialista Alfonso Molina. Dado que el concejal Guanyem, Juan José Hinojo, citó varias veces a la Asociación Unificada de Guardias Civiles, organización que yo tuve el honor de liderar desde octubre de 2006 hasta abril de 2008 y de la que fui portavoz nacional desde 2003, debo decir que si lo sucedido en Catalunya sirve para que todas las fuerzas políticas acaben apoyando la equiparación de las condiciones laborales y sobre todo salariales de policías y guardias civiles con las policías autonómicas e incluso locales, habrá que darlo por bueno. Demos la bienvenida al PP a esta batalla. Pero como dijo Toni Villalonga (Epic), es preciso que Vila apruebe un reglamento para regular los plenos, que se eternizan en discusiones bizantinas con intervenciones interminables. Y encima, en cosas que se escapan del ámbito local.