Aún no hemos abandonado el verano y ya estoy leyendo numerosas voces que nos ofrecen un balance anticipado. Como siempre, la iniciativa privada va muy por delante de los políticos, quizás porque es quien ha recibido en primer término y con la máxima incidencia los avisos del consumidor, bastante hastiado de los abusos de las Pitiusas.

Abusos que sufrimos más que nadie los propios residentes y afincados, aunque estos últimos son cada vez menos. Ya sabemos que a finales de octubre empieza la diáspora y los ferries van atiborrados de vehículos cargados hasta los topes para pasar el invierno cada cual en su pueblo natal, donde los precios son más llevaderos. Así, la Península se ha convertido en el refugio balsámico de muchos trabajadores que llevan al menos desde 2011 sujetos a unos salarios realmente bajos.

También parten muchos ibicencos que han encontrado en la Península algún sitio donde cobijarse, porque en Ibiza apenas queda ningún rincón que ya no esté ocupado o con unos precios inalcanzables. Otros muchos enlazan con los aeropuertos del Prat o Barajas para alejarse a países como Brasil, Ecuador, Cuba o India, Vietnam o Tailandia. Y no son pocos.

El caso es que Formentera ha doblado su población en doce años, Ibiza ha crecido un 45% en el mismo período, pero esto no indica que todos ellos se queden fijos durante todo el invierno. Siempre hemos sido un caso sociológico, y ahora lo somos cada vez más.

Los salarios han bajado y los precios básicos de la cesta de la compra han ido subiendo de forma implacable. No es solo el párking del aeropuerto, el más caro de España. Es en todo, gasolina y cesta de la compra.
@MarianoPlanells