El presidente Donald Trump, con sus contradicciones y su enorme desconocimiento de la realidad, ya es ahora mismo el peor que han tenido los Estados Unidos de Norteamérica. Sus consejeros lo dejan plantado en la Casa Blanca y el país más demócrata del mundo, que ha venido liderando las ansias de libertad de millones de ciudadanos, está perdiendo prestigio a marchas forzadas. Recientemente ha metido la pata en Corea del Norte y en Venezuela, pero la mayor vergüenza que otea el horizonte es la estrecha amistad que tiene Trump con el Ku Klux Kan (de extrema derecha) como se ha podido comprobar hace pocos días en Charlottesville, Virginia. Mi deseo es que el Partido Republicano entienda que así no se puede seguir y que acuerde con el Partido Demócrata presentar un ‘impeachment’. Sin duda alguna, los Estados Unidos se merecen tener un buen presidente, muy preparado y no un inexperto que gobierna a base de Tuits. Y pienso así porque los conozco de muy cerca y siento un gran respeto y admiración por dicho país. He viajado en numerosas ocasiones por la costa Atlántica, y he visitado la Universidad de Yale, en Newhaven, Connecticut; Nueva York, Filadelfia, Washington, Norfolk y Miami, y tengo buenos amigos. La verdad es que he investigado en Yale, en la Universidad de Georgetown y, en muchas ocasiones, en la Biblioteca del Congreso y siempre he tenido muchas facilidades para realizar mis trabajos relacionados con los enigmas que envuelven a Cristóbal Colón. Es decir, los EE.UU. "me van y me vienen" (me importan).

Simón Bolívar, el Libertador

Me parece oportuno denunciar lo qué está sucediendo en Venezuela, sobre todo desde los tiempos de Hugo Chaves y del actual presidente Nicolás Maduro. Ambos se han apropiado de la figura de Simón Bolívar, el Libertador (Caracas, 24 julio 1783 – Santa Marta, Colombia, 17 diciembre 1830), pero resulta que la población está muy mal alimentada, que hay una inseguridad jurídica como norma y que la empresa Smartmatic, encargada del recuento de votos, denunció en Londres que hubo manipulación del dato de participación en las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente, con una diferencia, al menos, de un millón de electores. En consecuencia, con la ayuda, bendición y benevolencia del Castrismo cubano, Venezuela se ha convertido en un país autoritario.

El caso es que el tema viene de muy lejos. Resulta que Bolívar, en carta dirigida desde Barraquilla (9- XI-1830) al general Juan José Flores, presidente de Ecuador, dijo: "Usted sabe que yo he mandado veinte años y de ellos no he sacado más que pocos resultados ciertos: 1º, la América es ingobernable para nosotros; 2º, el que sirve una revolución ara en el mar; […]; 4º, este país caerá infaliblemente en manos de la multitud desenfrenada para pasar después a tiranuelos casi imperceptibles de todos los colores y razas; 5º, devorados por todos los crímenes y extinguido por la ferocidad, los europeos no se dignarán conquistarnos". (Salvador de Madariaga, "El Ciclo Hispánico, Tomo II, Ocaso del Imperio Español en América, Bolívar", Buenos Aires, 1958, p. 1521) Y acabo: Venezuela me importa por razones familiares y porque he visitado La Guaria, Caracas Puerto Cabello y Maracaibo.