De un tiempo a esta parte existe una tendencia generalizada entre algunos sectores de culpar a la industria del ocio de todos los males y achaques que sufre Ibiza. Y, además, injustamente se hace metiendo a todo el sector en el mismo saco, sin distinción alguna. Se estigmatiza de manera simplona, dañina y generalizada a los empresarios del ocio porque sí; que digo yo los habrá buenos y malos. Quiero dejar constancia una vez más que por fortuna en nuestro sector, como seguro que en el del comercio, hay muchísimas personas y familias entregadas que día a día se esfuerzan en sacar adelante sus negocios, generado puestos de trabajo y cumpliendo las leyes y normativas vigentes.

La última queja llega ahora de ALGUNOS comerciantes del puerto de Ibiza que achacan sus problemas, claro está, a las empresas del ocio. Remarco la palabra ALGUNOS porque estoy seguro de que no todos los empresarios de esta emblemática zona comercial de Vila opinan lo mismo. Por lo visto, la temporada turística no está siendo todo lo buena que pensaban a priori y los culpables (la diana es fácil) son las empresas del ocio a quienes se le acusa de un «afán desmesurado de lucro», entre otros males.

Sin menospreciar sus opiniones, me parece que estos empresarios se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena. Locales de ocio han existido en Ibiza desde hace años, pero es ahora, precisamente en esta temporada, cuando son los malos de la película para ALGUNOS comerciantes del puerto. No llego a entender este ataque al ocio cuando el puerto siempre ha vivido de esta industria. Recuerdo que algunos establecimientos se promocionaban entregando invitaciones si consumían en los locales. Los pasacalles eran también un gran reclamo.

Ha de quedar claro que en la industria del ocio no ponemos una pistola en la sien de nadie para que vaya a nuestros locales. Afortunadamente, el público es libre de elegir dónde acudir y disfrutar de sus vacaciones, y si muchos han decidido este año no pasar su tiempo en un sitio tan maravilloso y con marcado valor histórico y turístico como es el puerto de Vila es para que alguien empiece a analizar en profundidad lo que está pasando. Tal vez las cosas no se están haciendo tan bien. Tal vez, en lugar de culpar a otros, de echar balones fuera, habría que mirarse antes un poco el ombligo y hacer autocrítica.

¿Qué ha cambiado últimamente en el puerto y La Marina para que los turistas se vayan a otros lugares? Muchas de las respuestas las han dado en los últimos meses los propios comerciantes del puerto. Tal vez sea la falta de aparcamiento. Quizá la peatonalización ha eliminado demasiadas plazas y nadie ha dado una alternativa acertada. Es posible que muchos turistas se cansen de dar vueltas con su vehículo y finalmente decidan marcharse sin bajarse. A lo mejor deben promocionar más esta zona. La falta de limpieza y seguridad puede ser también un factor que quite atractivo y brillo a este rincón que debería ser la joya de la ciudad.

Tal vez el cambio de dirección de algunas calles del centro y los accesos restrictivos implantados tengan también algo que ver con el problema de los comerciantes del puerto. Quizá en la falta de inversiones de algunos empresarios para modernizar y adecuar sus locales a los nuevos gustos del público pueda estar parte del problema. Por favor, antes de culpar a otros de los males propios, un poco de análisis en detalle y autocrítica no vendría mal. Todos nos jugamos mucho y el turismo es nuestra principal industria. En mi opinión, el sector empresarial, la Administración y la ciudadanía en general deberíamos consensuar posturas, llegar a acuerdos y remar todos juntos en la buena dirección.