Por muchas heridas y desmanes cometidos en la piel de la isla, esta aún desprende esta luz radiante y vitalista, que deja hipnotizados a los visitantes. Es muy difícil destrozar la belleza de las Pitiusas, pero entre todos se está consiguiendo.

Incluso el promotor de eventos y fiestas Brasilio, en conversación con Juan Suárez, se siente obligado a desvelarlo: Ibiza ha perdido mucha seguridad y mucha alegría, que es casi tanto como decir que ha perdido el aura, como dije yo en 2005 cuando vi el trazado de las nuevas carreteras y autovías. Si pierdes la seguridad, la alegría y en suma el aura es que estás a un paso de la agonía.

Conocí a Brasilio a principios de los años 80 formando equipo compacto y eficaz con Javier Iturrioz, Gorri y Santamaría en el recinto del KU, que cambió el concepto de la diversión en Ibiza para siempre. KU desapareció, pero sus pautas siguieron activadas, ejerciendo una influencia creativa y positiva sobre el resto de discotecas. Si de algo pecó, pecaron, fue de barroquismo excesivo en la zona portuaria y en algunas playas, pero entonces, con menos presión humana parecía divertido y aportaba mucha originalidad a la isla.

Brasilio era el alma de aquellos eventos, donde cabían todos, con una presencia exótica de todos los sexos y el erotismo, la danza, la música y cualquier rasgo improvisado sobre la marcha. De modo que Brasilio, además de un caballero brasileño, por cierto de origen fenicio, pues parte de su familia procede del antiguo Líbano (Fenicia) era un director total, pues orquestaba aquellas manifestaciones de libertad y diversión, ante el júbilo de los turistas que asistían entre la sorpresa y el entusiasmo a los desfiles callejeros.

Pasados casi 40 años en Ibiza, sigue conservando la misma actitud positiva y creativa, pero se manifiesta decepcionado por el rumbo que han tomado los acontecimientos. Un tipo de visitante con poderío, pero sin compromiso con la isla y su salud ecológica, una avalancha de prepotencia y vanidad. Una Ibiza menos segura y quizá más triste.