Pena es la palabra. Me da mucha pena la situación que se vive en el Parlament. Los esperpentos se suceden semana tras semana. En la Cámara autonómica he pasado muchas horas en mi vida y he presenciado miles debates. He conocido a diputados buenos, y otros menos buenos. Incluso los más mediocres intentaban, con sus limitaciones, prepararse las intervenciones. Evitaban hacer el ridículo porque aquella sala, el antiguo salón de bailes del Círculo Mallorquín, impone bastante. Las cariátides vigilan simbólicamente aquel gran salón que un día se utilizó para los actos sociales. Sin embargo, lo de Salvador Aguilera esta semana ha superado todo lo superable. Da vergüenza ajena el vídeo en que Salvador Aguilera, un personaje realmente curioso, provoca las risas de toda la Cámara. Muchas payasadas y, sorprendentemente, el diputado podemita se siente muy orgulloso de lo ocurrido. «Hemos reído un rato», decía en las redes sociales. Ni un ápice de arrepentimiento o de ridículo. Le da absolutamente igual. Olvida que al Parlament se va para presentar propuestas y no para hacer discursos como el suyo, que no aportan nada y que desprestigian a la clase política. Parlamento viene de parlamentar, por si no lo sabía. Capítulo aparte merece la antigua compañera de Salvador Aguilera, la diputada por Menorca Montse Seijas. Pasará a la historia como la primera parlamentaria que se aloja en el propio Parlament. Decía que no encontraba hotel. Hay que ser muy torpe sabiendo que vas a tener que pasar noche en Palma que no encuentres una sola habitación. ¿Y estos pretendían gobernarnos? ¿Estos eran los que tenían que modernizar las instituciones? De verdad, cambien el chip. Esto va en serio señorías.