Esta columna la escribo desde Guanajuato, Mejico, a unos metros del centro que aquí tienen dedicado a Cervantes. En Ibiza, nos dan la bara con el general Vara pero nos fustigan con suavidad, pero en Barna, Kolau es peor y va a cambiar el nombre de la plaza de la Hispanidad que va a pasar a llamarse plaza Neruda. Es el típico gesto de unos cainitas analfabetos, pese a ser algunos de ellos universitarios, o lo que es lo mismo: es la idiosincracia unos elementos antisistema sin capacidad de mínimo discernimiento. A lo anterior se une que los Kolau están buscando hueco urbano para ponerle calle al actor galaico-catalán Rubianes, aquel que siendo charnego se defecó en en este país (sin Cataluña y sus países), y que conste que a mí me gustaba el Makinavaja, pero no creo que Rubianes se merezca una rúa, por esa misma razón también se la merecen Los Manolos. A la plaza de la Hispanidad le van a poner Neruda, que sí se merece otra plaza de cualquier sitio del mundo, pero lo más divertido es que estos kolaus desconocen que sin la Hispanidad jamás Neruda hubiera escrito su Canto General, y recordemos que Neruda, en su canto particular, fue uno de los que justificó el estalinismo y le dedicó a aquel asesino de masas, toda una oda llena de poesía. Hispanidad no equivale a Franco, equivale a una comunidad de países vertebrados por el español y una historia común. Trump habla constantemente contra lo hispano, como Kolau. Ni Hispanidad ni Neruda, que le pongan a la plaza barcelonesa Oda a Stalin que eso sí está acorde con los designios de estos baltis. Tenemos que ver qué hacemos con el patético sistema educativo español que está produciendo verdaderos aliens.