Uno podría pensar que se trata de un déjà vu, pero no. En Estados Unidos tienen su Día de la Marmota y aquí, también. Allí se trata de un método folclórico para predecir el fin del invierno. Aquí mide la temperatura de las relaciones entre el Consell d’Eivissa y los Ayuntamientos de la isla. En Punxsutawney, estado de Pensilvania, la certera predicción viene dada por el comportamiento de la popular marmota Phil cuando sale de hibernar, el día 2 de febrero. La tradición dice que si Phil, al salir de su madriguera no ve su sombra por ser un día nublado, dejará la madriguera y significará que el invierno terminará pronto. Si por el contrario, el día es soleado, Phil verá su sombra, regresará a su guarida y el invierno durará seis semanas más. En el caso de Vila, el Día de la Marmota se escenifica con una declaración pública de que la estación del Cetis se abrirá el próximo verano. De momento, el poder predictivo de nuestras autoridades es más bien nulo a pesar de que ellos, con sus actos, podrían cambiar el curso de los acontecimientos. El lunes el cielo estaba encapotado en Ibiza. Igual esta vez es la buena y tenemos Cetis para verano.

Pero el Cetis no es la única infraestructura afectada por nuestro particular Día de la Marmota. La malograda historia también se repite con la carretera de Santa Eulària. La necesidad de mejorar esta arteria vital de la isla se pone sobre la mesa cada cierto tiempo pero todo sigue igual, años y años. Una espiral sin salida de la que no se libra la travesía de Jesús, un monumento al disparate por obra y gracia de las administraciones implicadas. Cíclicamente, los vecinos de la zona padecen su particular Día de la Marmota con el cierre de la vía para una reparación que suele ser el inicio de un nuevo ciclo fallido.