Con Jarabo he coincidido dos veces en sitios insólitos y la verdad, es simpático, quiero decir que encaja con gracia lo que le espetas. La primera vez me lo encontré en los Madriles, estaba yo en una vivienda cercana al Congreso intentando dormir y el ruido del bar de abajo no me dejaba, de modo que raudo bajé en pijama a la rúa a ver qué pasaba: y allí estaba en marabunta y en semibotellón la plana mayor de Podemos, con Errejón (sus gafas) & cia, tomando y tomando cubatas no sé si para olvidar la investidura de Rajoy que fue esa tarde o para celebrar que no iba a haber nuevas elecciones y que por tanto no perderían por lo menos durante unos años más fuelle. Lo cierto es que un montón de podemitas estaban bebiendo con un pie en el bar y otro en la calle incumpliendo las ordenanzas del Ayuntamiento que ellos mismos regentan y deberían respetar. Al bajar a la rúa muy pulgoso vi a Jarabo y charlé un rato con él. Luego estas Navidades viniendo de Palma a Madrid, volví a coincidir con el cineasta mientras descargábamos los dos en el urinario del aeropuerto de Son San Juan y le repetí lo mismo que el día del botellón, que si no aprenden a guardar un poco las formas no van a ningún lado, me adelanté unos meses a lo que Echenique acaba de decir hace un par de días: «que hay que reformular Podemos», y en qué va a consistir esa reformulación, pues en convertirse en casta del todo porque lo más crudo de la crisis ha pasado y si quieren no desinflarse tendrán que fagocitar los votos de otros haciéndose formales.