El caso de la pequeña Nadia, o mejor dicho, el caso Fernando Blanco, y el de CR7 ha destapado dos fraudes y también la rivalidad de trincheras y bufandas reinante en el periodismo actual. Los padres de Nadia utilizaron la enfermedad de la niña para amasar una pequeña fortuna que oscila entre los 350.000 y el millón y medio de euros. Dinero que en teoría estaba destinado al tratamiento e investigación de la enfermedad rara que sí padece la pequeña. Bien diferente es el destino que le ha dado su progenitor, un ‘buscavidas’ que ya estuvo en prisión por estafar 120.000 euros a su antigua empresa en Palma. Todo el mundo se volcó con la familia y nadie escarbó en el pasado. Desgraciadamente, el ‘vicio’ de contrastar se perdió hace tiempo y ya tuvimos un falso superviviente de Auschwitz. El negocio de Fernando funcionaba hasta que a una periodista de El País se le ocurrió llamar al hospital de Barcelona y a Houston y... ¡zasca! Nadie tenía noticias del caso Nadia. Ahora, las reinas de la mañana y los maestros del periodismo de investigación televisiva se fustigan por el engaño. Algunos medios piden perdón, pero también los hay que tratan de esquivar el asunto. El caso de Cristiano Ronaldo por el desvío de 150 millones de euros a las Islas Vírgenes también ha retratado a más de uno. Aquí se conjugan toda clase de intereses: políticos, futbolísticos, mediáticos... Llama la atención que la plataforma que estiró como un chicle Boomer los papeles de Panamá pase ahora de puntillas sobre el escándalo destapado por el El Mundo y la plataforma #FootballLeaks. Los casos de Messi o Neymar coparon portadas y minutos de emisión, que ahora se birlan al lector o televidente. Cosas de fraudes, periodismo y viceversa.