No me gusta que en mi escalera se alquilen pisos turísticos. Me consta que ha habido algunos casos en los que se ha hecho, pero este no es el fin de un edificio residencial. De hecho, todas las comunidades de vecinos deberían rebelarse contra esto.

Hay varios temas, este tipo de negocios no paga impuestos, es molesto para la convivencia y es una competencia desleal que, además, impide a la población normal acceder al mercado inmobiliario.

Se va a partir la cuerda por el cabo más frágil si esta quimera de Ley de Alquiler de Pisos Turísticos se lleva a cabo. Salimos todos perjudicados; los hoteleros, que cumplen con la ley, impuestos y demás, y los ciudadanos. También los empresarios que vemos cómo los trabajadores competentes y formados que quieren trabajar en nuestros negocios, no quieren ya venir porque no pueden conseguir un piso mínimamente decente. Si les pagamos buenos sueldos y se gastan más de la mitad para compartir una habitación donde no tienen la más mínima intimidad, no les compensa el esfuerzo de venir a Ibiza. Antes los propietarios de los pisos cuando venía un profesor, un médico, un policía o un funcionario, estaban encantados de tenerlos como inquilinos porque sabían que pagaban puntualmente. Ahora solo les importa «la pasta» y esto al final lo pagaremos todos, porque estos otros profesionales tampoco podrán venir.

Quienes alquilan este tipo de pisos suelen trabajar con intermediarios, que a su vez tienen intermediarios, con nombres imposibles, que inflan los precios y hacen que nuestras casas, nuestros hogares, sean caramelos en sus manos, que al final resultan estar envenenados.

En nuestra isla hay un gran abanico de posibilidades para que la gente pueda alojarse, independientemente de su nivel económico, desde pensiones, hostales, dos estrellas o cinco. No sé si en Mallorca la vida será distinta, o la realidad, como siempre, pero no somos un pueblo más suyo, y aquí tenemos nuestras normas, nuestra idiosincrasia y nuestra forma de hacer y querer las cosas.

Cuando empezaron a venir los trabajadores a Ibiza, a hacer hoteles en los años 60, se alojaban en lo que se llamaban “casas de huéspedes”, en las que tenían que registrarse, compulsando su documentación, para que la policía supiera en todo momento y cada día qué personas habían pernoctando en la isla. Esto indudablemente, cuando en una escalera de pisos había alguno, era una molestia, pero, al menos, estaba controlado. Si había juergas en el hostal, en seguida podía venir la policía y se solucionaba el problema. Es verdad que nunca ha gustado tener que compartir escalera con ese tipo de vecinos de una o dos semanas, pero al menos en este formato sí estaba regulado. Hay algunas «casas de huéspedes» que, incluso, todavía sobreviven, pero este nuevo formato que quieren vendernos ni se le parece, ni se puede tolerar.

Lo que no puede ser actualmente es que, con la llegada de Internet, se puedan alquilar pisos sin registro ni control, con realquileres a grupos de personas muy grandes, maletas continuamente para arriba y para abajo, con impunidad y anunciándose en portales. La única solución que tenemos los vecinos, es denunciar continuamente a los propietarios de estos pisos a Hacienda, para saber si están regulados o están fiscalizando, porque me temo que, una vez más, hagan lo que hagan, no habrá inspectores que hagan este trabajo. Hace falta regular muchas cosas, esta es una de ellas, pero señores, los pisos turísticos o como lo quieran llamar, fuera de mi escalera.