De un tiempo a esta parte, Donald Trump se ha convertido en el perejil de todas las salsas. El 8-N, el elefante pelirrojo se comió a las encuestas, a Hillary y a toda la avanzadilla de politólogos/visionarios que campan por las tertulias. Guste o no, los norteamericanos han votado a Trump. El polémico candidato republicano ha ganado pese a la intensa campaña de las plataformas televisivas españolas (modo ironía). Trump acapara más minutos que la mayoría de problemas de índole nacional. El 99 por ciento de los ciudadanos piensa que este ‘Torrente made in USA’ es más peligroso que Adolf Hitler. Eso sí, a la hora de la verdad, mientras en todo el planeta se teclea en google cómo hacer un refugio nuclear, en España triunfa la búsqueda Melania Trump desnuda. Es lo que hay: Spain is different. Hillary también atesora un buen número de desmanes, pero los altavoces ‘progresistas’ son unidireccionales. El tsunami Trump estrechaba márgenes en las encuestas hasta que llegó la puntilla, el tuit de Pedro Sánchez: «Lunes, martes y miércoles estaré en Washington DC siguiendo las elecciones presidenciales. Todos/as con Hillary!». 72 horas después se consumaba la tragedia demócrata. Como siempre, la ‘consolidada’ democracia española dando lecciones de a quién deben votar los yankees. Al circo mediático y político hispano le viene muy bien mirar a otro lado. Aquí todo va rodado. Tenemos gobierno después de casi un año en stand by y ya veremos cuánto dura. El arranque de legislatura nos deja los juegos malabares del PP para recolocar al exministro Fernández Díaz, un PSOE tocado de muerte, y apuestas estrambóticas como la de Echenique pidiendo la independencia de Aragón. Spain is different.