El pleno extraordinario celebrado ayer en Vila dio ayer una lección de sentido común por parte de todos los partidos con representación al dar luz verde a la nueva contrata de limpieza de la ciudad después de 21 años de prorrogar al servicio a Cespa, una empresa que no ha sabido adaptarse al crecimiento de de una ciudad que ya supera los 50.000 habitantes.

En estos 20 años la ciudad ha ido creciendo en residentes todo el año, población flotante (de temporada) y turistas, sin que se observara una mejora de algo tan básico y tan importante como la limpieza. Y es que no es raro pasear por la ciudad, sobre todo en verano, esquivando cucarachas XXL, excrementos de animales e incluso ratas que campan a sus anchas por las jardineras y aceras buscando comida, algo en lo que también tiene mucho que ver, sin duda, el incivismo de algunos vecinos de la ciudad (mención aparte merece el barrio de sa Penya y su acantilado, que dura menos de una semana limpio). El de ayer fue un paso muy grande para Vila, una ciudad que espera brillar en algo tan básico como la higiene y la limpieza de sus calles (eso sí, si los recursos de las otras empresas concursantes lo permiten, que esperemos que no haya sustos). El alcalde de la ciudad, Rafa Ruiz, reconoció que Vila está sucia, una situación que se arrastra desgraciadamente desde hace muchos años y a la vez una opinión compartida por sus compañeros de gobierno y oposición y por buena parte de quienes viven en la ciudad. El pleno de ayer, además, fue un gran ejemplo sobre cómo los políticos cuando quieren usan el sentido común y miran por el bienestar general de todos sus ciudadanos, dejando a un lado las ideologías y dogmas políticos. Ojalá la unanimidad conseguida ayer no sea sólo un espejismo.