Buenos días. ¿Son esto las Fiestas de la Tierra?
—Claro, ¿no ves que fiestón?
—Ah. Es que he estado en la catedral y había una convención del PP.
—Sí, les gusta quedar hasta para ir a misa…
—Bueno, también estaba el obispo…
—Sí, ya… A ver, ¿qué quieres?, que tengo que hacer la revolución.
—Verá, yo sólo soy un turista desorientado; me gustaría entender mejor las costumbres locales y celebrar junto a los ibicencos sus fiestas patronales.
—’Sindicales’, fiestas ‘sindicales’.
—¿Ya no son patronales?
—¿Patronos?..., ¡en dos días hemos acabado con ellos!
—Bueno, verá, yo quería saber…: ¿son estas unas fiestas muy populares o sólo van los mandamases? Como en la iglesia sólo estaban los del PP…
—Te confundes, tío: los mandamases, la iglesia, ni pisarla.
—¿O sea que aquello era la oposición?
—Exacto.
—¿Y el alcalde?
—Tampoco.
—Ah, qué curioso. ¿Y qué se celebra exactamente?
—La llegada de las tropas aragonesas.
—O sea, que ustedes también son maños.
—De toda la vida.
—Querría saber más sobre la historia local…
—Bueno, pues llegaron los maños y hablaron con los moros y juntos fundaron el ateísmo.
—Ah. Pues yo he visto que hay un porrón de iglesias…
—Son de antes.
—¿De antes de los maños?
—Claro.
—¿Fenicias?
—Seguro.
—¿O de los romanos?
—Pues alguna habrá también. Yo es que, ¿sabes?, lo de las iglesias…
—He oído que también trajeron el catalán…
—No, no, al catalán lo trajeron luego, hace poco. Además, trajeron a más de uno…
—Pero me han dicho que aquí se habla el catalán.
—No tengo constancia, la verdad.
—La lengua catalana, ya sabe…: ‘setze jutges mengen fetge…’
—A ver, ¿tú has oído a alguien de Zaragoza hablando raro?
—La verdad es que no
—¡Pues entonces!…
—Ya. Aquí dice que se celebra una berenada…; no entiendo la palabra, quizá esté en inglés…; ¿me puede explicar qué es una berenada?
—Hacemos cola para comer paella a las ocho de la tarde.
—Ah. ¡Qué costumbres más originales tienen aquí!… ¿Así que los gobernantes no van a los actos religiosos?...
—Exacto.
—¿Y es la oposición quien representa al pueblo, que, sin embargo, mayoritariamente ha votado a los otros?
—¡Lo has clavao, tío!... No parecías tan despierto.
—Ya. ¿Y qué puedo hacer yo en estas fiestas?
—No sé, vete a ver el castillo.
—¿El de Dalt Vila?
—No hombre, no: el castillo de fuegos artificiales.
—Uy, yo es que este año ya he estado en las Fallas… Pues la verdad, después de la conversación que venimos manteniendo, no me siento muy inclinado a integrarme en las fiestas…
—No entiendo por qué no.
—Creo que voy a pasar. Quizá pueda usted aconsejarme sobre qué monumentos puedo visitar…
—Pues no sé, aquí no hay mucha cosa…
—¿Quizá alguna de esas iglesias fenicias?…, hay una en cada pueblo
—Uf, no sé.
—¿Hay algo en la catedral que merezca la pena?…
—Uf.
—He visto que las murallas son impresionantes.
—Puag. ¡Esa aberración del militarismo!
—¿Quizá la necrópolis púnica?…
—¡Ese fruto de la superstición necrófila!
—Bueno, pues usted dirá…
—A ver, puf, es que es muy difícil…. ¿Has estado en Atlantis?
—¿Atlantis?
—Sí tío, debajo de la Torre del Pirata...; un sitio mágico, supermístico, tío...; parece como si las piedras las hubiera cortado un gigante, pero las cortaron los payeses para hacerse sus chalets.
—Ah, pues parece un lugar muy interesante.
—Y de pasada verás es Vedrà. ¿Sabías que hay una base de ovnis?
—Pues no lo sabía.
—¿No sabías que hay una base de ovnis?
—La verdad es que no.
—¡Es que solo os importa la discoteca y el pastilleo!... ¡Hay que cambiar el modelo turístico pero ya!
—Lo siento, de verdad.
—Mira, dame las gracias y vete para Atlantis. Si pasas suficiente rato bajo el sol, te prometo que hasta verás a Dios.