Este domingo, 26 de abril, es el IV domingo de Pascua. Proseguimos alegrándonos de la resurrección de Jesús, que le confirma como Mesías, Hijo de Dios, que tiene palabras para nuestro bien y su resurrección es también primicia de nuestra resurrección. Además, en este domingo celebramos la 52 Jornada Mundial de Oración por las vocaciones, que este año el Papa Francisco ha convocado bajo el lema ‘’El éxodo, experiencia fundamental de la vocación’’, para recordar que en la raíz de toda vocación cristiana hay un éxodo que parte de la renuncia a la comodidad para emprender «la acción misionera y evangelizadora de toda la Iglesia».

Los fines de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones son los que han sido establecidos y comentados en los Mensajes Pontificios dirigidos cada año a toda la Iglesia: dicha Jornada constituye un testimonio público de la comunidad en oración para obedecer el mandato del Señor: «Rogad al Dueño de la mies que envíe operarios a su mies" (Mt 9, 38; Lc 10, 2). Es el momento fuerte de una oración incesante; reafirma, además, la primacía de la fe y de la gracia en lo relativo a las vocaciones consagradas. Aun expresando su estima por todas las vocaciones, la Iglesia, con ocasión de esta Jornada Mundial, centra su atención particularmente en las vocaciones consagradas: a los ministerios ordenados (presbiterado y diaconado); a la vida consagrada en todas sus formas (masculina y femenina, contemplativa y apostólica); a las sociedades de vida apostólica y a los institutos seculares en la variedad de sus funciones y de sus asociados; a la vida misionera, en el sentido concreto de misión "ad gentes".

Hemos de orar siempre, y esta Jornada nos mueve a ello, para que no falten en la Iglesia universal, y en cada Iglesia particular –en nuestro caso la Iglesia que camina en Ibiza y Formentera- vocaciones al sacerdocio, a la vida consagrada, a la misión. ¡Que no nos falte nunca esa petición al Señor en nuestro diálogo con Él en la oración! Y junto con la oración, la acción. Como dice un refrán español: «A Dios rogando y con el mazo dando», que en este caso quiere decir que pidiendo a Dios que nos conceda muchos, santos y buenos sacerdotes y religiosos, hemos de poner por nuestra parte, por parte de todos sin exclusión, condiciones para que los niños y los jóvenes puedan escuchar la llamada del Señor, se sientan animados a responder y no les falten los medios y el apoyo necesario para ser aquello que Dios, en el amor que tiene por todos, tiene pensado para cada uno, para su bien y el bien de todos.

Como dice el Papa en su Mensaje de este año, «escuchar y seguir la voz de Cristo Buen Pastor, dejándose atraer y conducir por él y consagrando a él la propia vida, significa aceptar que el Espíritu Santo nos introduzca en este dinamismo misionero, suscitando en nosotros el deseo y la determinación gozosa de entregar nuestra vida y gastarla por la causa del Reino de Dios».

Si uno sabe estar a disposición de Dios y de la humanidad, eso llena de alegría y de sentido, cosa que como nos señala el Papa hay que «decírselo especialmente a los más jóvenes". A ellos los alienta a no tener miedo, a ponerse en camino: «el Evangelio es la Palabra que libera, transforma y hace más bella nuestra vida. Qué hermoso es dejarse sorprender por la llamada de Dios, acoger su Palabra, encauzar los pasos de vuestra vida tras las huellas de Jesús, en la adoración al misterio divino y en la entrega generosa a los otros. Vuestra vida será más rica y más alegre cada día».

Culminan su Mensaje el Papa pensando en «la Virgen María, modelo de toda vocación», que «no tuvo miedo a decir su «fiat» a la llamada del Señor»: «Ella nos acompaña y nos guía. Con la audacia generosa de la fe, María cantó la alegría de salir de sí misma y confiar a Dios sus proyectos de vida».

Queridos hermanos y amigos de Ibiza y Formentera, que esta Jornada Mundial de Oración por las vocaciones encuentre respuesta por parte nuestra, que no os falten nunca oraciones por la promoción de las vocaciones y que nuestras acciones, las de todos, las de los sacerdotes, religiosos y laicos, promuevan la respuesta de todos a la llamada divina, llamada de felicidad y de bien para todos.