La UNESCO urgió a las autoridades de Australia a tomar medidas «urgentes» y «decididas» para evitar el deterioro de la Gran Barrera de Coral y que esta se incluya en la lista de Patrimonio de la Humanidad amenazado.

En un informe emitido anoche, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) criticó a los gobiernos federal y del estado de Queensland, a los que acusó de hacer poco para contener el desarrollo urbanístico del litoral y mejorar la calidad del agua.

Asimismo, lamentó los «progresos limitados» hechos hasta ahora para proteger la Gran Barrera de Coral, a la que propondrán declarar «en peligro» en el congreso anual que celebrará el mes que viene en Phnom Penh.

«El Estado miembro ha hecho progresos en algunas cuestiones clave pero los progresos en varias recomendaciones siguen siendo limitados», dijo la UNESCO en el informe elaborado junto a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

La organizaciones de las Naciones Unidas alertó de un «potencial peligro para este extraordinario valor universal» debido a la «ausencia de un firme y demostrable compromiso en estas prioridades del Estado miembro».

La primera ministra australiana, Julia Gillard, defendió el compromiso de su Gobierno para aumentar la protección del arrecife, incluido un proyecto de mejora de la calidad del agua de unos 200 millones de dólares.

«Estamos comprometidos en preservar la Gran Barrera de Coral como uno de los maravillosos patrimonios del mundo que es de y para nuestro país», dijo Gillard, según la televisión ABC.

La senadora por los Verdes de Queensland, Larissa Waters, calificó el informe de la UNESCO como una llamada de alerta para los gobiernos federal y estatal.

«Es el organismo del patrimonio mundial que nos avisa de que tenemos que hacerlo mejor o nuestro arrecife, nuestro icono turístico más preciado, será declarado en peligro junto al de otros países como Yemen, Congo o Afganistán», indicó Waters.

La Gran Barrera, que alberga 400 tipos de coral, 1.500 especies de peces y 4.000 variedades de moluscos, comenzó a deteriorarse en la década de 1990 por el doble impacto del calentamiento del agua del mar y el aumento de su acidez por la mayor presencia de dióxido de carbono en la atmósfera.