Los comerciantes del puerto de Vila tienen una teoría: cuando el verano es bueno para la economía de la isla, el invierno suele ser malo y viceversa. De acuerdo con esta máxima y después de un verano de récord, en las calles de la Marina y de primera linea de puerto el día transcurre en la más absoluta soledad, especialmente en la zona junto al Muro donde a estas alturas ya no queda ningún negocio abierto.

«Los comerciantes tenían la idea de aguantar un poco más este año pero al final casi todos han acabado cerrando porque no se han atrevido», señalan desde la Federación de Comerciantes La Marina Puerto de Ibiza. Este año, además, a la habitual languidez del invierno se han unido las obras de peatonalización de Vara de Rey y plaza del Parc que han desactivado la poca actividad comercial que había en la zona durante la temporada baja.

Victorino Planells, propietario del estanco Victorino, constata la bajada de clientela desde que empezaron las obras. En su caso y en toda la Marina por partida doble porque a la barrera que suponen los trabajos en el centro de la ciudad se unen las obras de saneamiento que se están llevando a cabo en el barrio. Planells insiste en que el Ayuntamiento de Eivissa debería dejar pasar los coches en invierno y establecer una zona azul de aparcamiento para favorecer la entrada de potenciales clientes. «Antes todavía nos daba para poder pagar las facturas, ahora solo abrimos para cumplir con la clientela», señala.

Juan Torres, de la tienda de comestibles Ca’n Font, tiene clara la respuesta cuando le preguntan cómo van las ventas este invierno. «Está todo muerto, no hay nada. Los inviernos ya son flojos de por sí pero este está siendo el peor de todos», añade.

Judit, de la heladería Amorino, es un ejemplo de moral. Abrieron el local en mayo y piensan mantenerse todo el invierno aunque pierdan dinero. «Es un servicio que damos a la gente. No ganamos dinero pero hacemos marca y clientela, asegura. En su opinión, si otros locales se animaran a abrir durante el invierno la gente pasearía más por el puerto.

Tampoco las tiendas de ropa lo tienen más fácil. Helene, dueña de La Boutik, critica que la Marina y el puerto se hayan quedado este año sin Navidad aunque, por suerte, las obras en la calle sa Creu donde está su negocio pudieron acabar antes de las fiestas y animar las ventas. Pero no solo el pequeño comercio padece el bajón invernal. Las franquicias de grandes marcas de moda como Violeta, de Mango, también padecen los efectos negativos de la temporada baja y sobre todo las obras que no arreglan ni las rebajas de enero que empezaron ayer mismo.

Sin embargo, no todos los locales están viviendo una mala temporada. Los bares situados al principio del puerto se han visto favorecidos por las obras al recoger buena parte de la clientela que iba a la plaza del Parc. Claudia, empleada del Can Pou, afirma que nunca había visto tanta gente como este invierno. Ella tiene clara la fórmula del éxito: «Si los dueños de los locales se decidieran a abrir todo el año, vendría mucha más gente».