Las goteras se han apoderado del Conservatorio Profesional de Música y Danza de Ibiza y Formentera ‘Catalina Bufí’. Su planta sótano se inunda cada vez que llueve (hay un ascensor fuera de servicio) y las humedades campan a sus anchas en el auditorio del centro educativo tan sólo seis años después de su inauguración. Así lo denuncia su equipo directivo, encabezado desde el pasado 1 de julio por Iván Sanz, su director. «Hay goteras, el auditorio está lleno de humedades, la sala de máquinas está en un estado deplorable y no funciona el aire acondicionado ni la calefacción», asegura el director del Conservatorio. Y lo que es peor: la Conselleria d’Educació no quiere encargarse de las reparaciones.

Nada más tomar posesión, el nuevo equipo directivo del Conservatorio envió al Institut Balear d’Infraestructures i Serveis Educatius (Ibisec) con un informe de las deficiencias encontradas en el edificio, pero la contestación de su gerente, Miquel Coll, no ha satisfecho a los dirigentes del centro educativo. Y es que desde el Ibisec aseguran que ellos no se pueden encargar de las reparaciones sino que debe ser el propio centro quien las asuma. «El Decreto 110/2002, de 2 de agosto, establece que los gastos de reparación, conservación y mantenimiento de los edificios, instalaciones y equipamientos se tienen que atender con cargo al presupuesto de los centros. Por lo tanto, son unos trabajos que no puede asumir el Ibisec», señaló el 29 de noviembre Miquel Coll en una carta dirigida al director del Conservatorio.

«Este centro tiene seis años, es muy joven, su estado es deplorable y el Ibisec nos dice que las reparaciones tienen que salir del presupuesto del centro, que no puede abarcar más que los gastos de luz y poco más. Los desperfectos no son de mantenimiento sino de un defecto de construcción, comenta Iván Sanz.

El director señala que su presupuesto anual oscila entre los 60.000 y los 65.000 euros y que en el Conservatorio se educa a alrededor de 350 alumnos, mientras muestra las clases que en su día se reservaron para la danza, una disciplina que todavía no se ha puesto en marcha en centro y que ahora están llenas de charcos por las gotas que caen del techo por las tomas de luz. Además, decidieron apagar el sistema de calefacción porque se dieron cuenta de que no funcionaba pese a estar en marcha, «y gastábamos entre 4.000 y 5.000 euros de luz. Ahora, los alumnos llevan estufas de casa para no pasar frío pero nosotros no podemos asumir las reparaciones de climatización porque contraeríamos una deuda que no podríamos pagar», asegura Sanz.

Tanto él como el jefe de estudios, Sergio Cañadas, explican como en el concierto que se celebró para celebrar el día de Santa Cecilia, patrona de los músicos, las goteras caían sobre los músicos. Ambos dirigentes también destacan la peligrosidad de las escaleras del edificio cuando llueve, situadas a la intemperie. «El otro día una chica patinó y partió su violín en dos», apunta Cañadas.