Hace un par de años, me perdí por el centro y norte de Argentina y estuve un par de días en la ciudad de Salta, ya cerca de la frontera con Bolivia. A esta ciudad fundada en 1582 por Hernando de Lerma, se la conoce en todo el país como ‘Salta la linda’ debido a que tiene el centro urbano más bello de Argentina formado por las viejas construcciones de aspecto señorial, con pórticos recargados, enrejados balcones de madera y patios interiores con aljibes que van apareciendo de forma intermitente, junto con edificios más modernos en medio de una tupida vegetación.

Y allí, platicando con los salteños y tomando cerveza Quilmes en la peña Boliche Balderrana, me enteré que había en la ciudad una especie de casino balear, prueba patente de que muchos habitantes de nuestras islas acabaron asentándose en Salta, y allí me dijeron que durante muchos años fue toda una institución la ciudad un ibicenco panadero llamado Juan Riera (Ibiza, 16 de enero de 1894), que en 1914, con veinte años, se fue desde Ibiza a Argentina.

De su etapa ibicenca todo se ignora aunque es fácil suponer que Juan Riera tuvo que irse de la isla a buscarse la vida en América o Argel como tantos otros paisanos suyos lo hicieron cuando a finales del siglo XIX y principios del XX la población de Ibiza había crecido tanto que el pan y la sal no daba para más bocas.

Tras salir de la mayor de las Pitiusas, Juan anduvo por otra ciudad argentina, Tucumán, vendiendo pequeños pastelillos o tentempiés en las calles y trabajando como carpintero en la construcción de la línea de ferrocarril hasta que fue despedido por anarquista. Finalmente recaló en Salta y puso una panadería.

Panadero de pobres

La panadería que fundó Juan Riera ya no estaba en su ubicación original, el número 515 de la calle Pellegrini de Salta, pero sí en otra situada en el extrarradio de la ciudad. Tras encontrar la Panadería Riera, tomé unas fotos y hablé con los descendientes del pandero ibicenco y entre todos me explicaron varias cosas de su vida.

Entre las más importantes cabe destacar que Riera era un panadero anarquista que por las noches dejaba su negocio abierto para que los pobres pudieran entrar y llevarse algo de pan. En la década de los cincuenta y sesenta el establecimiento era frecuentado por intelectuales, sindicalistas y libertarios de la ciudad de Salta y entre los muchos que pasaron por allí, en su famoso viaje a Méjico en moto en 1952, fue el mismísimo Ernesto Che Guevara.

Uno de los mejores amigos de Riera fue el afamado poeta, letrista, escritor y periodista argentino Manuel José Castilla (Cerrillos, 14 de agosto de 1918 - Salta, 19 de julio de 1980).Tal vez por ello le compuso una zamba o cueca popular salteña, un género musical bailable típico de América del Sur y que sobre todo ha sido popularizada por Los Sabandeños Se titulada Romance a don Juan Riera y decía así:«Romance a don Juan Riera que en la Navidad nevada de la harina, en pan realiza su bondad enamorada», «panadero, panadero, puro en la sal y en el agua, por la sazón de tus panes se nos queman las palabras», «como le iban a robar ni queriendo a don Juan Riera si a los pobres les dejaba de noche la puerta abierta».

Precisamente esta zamba está en el repertorio de grandes cantantes y en España la han cantado mucho Los Sabandeños. Algo que refleja además la importancia que tuvo este panadero ibicenco en la ciudad de Salta, donde todo el mundo recuerda a don Juan, que murió hace ya años «como un hombre bueno, de principios sólidos y que tendió la mano a los más humildes».