Los vecinos de Sant Josep lo recuerdan llegando a la plaza de la iglesia con uno de los pocos coches que había en la isla en plena postguerra. El doctor Joan Villangómez Ferrer fue médico titular de este municipio donde pasaba consulta todos los miércoles y sábados desde las cuatro de la tarde en un piso en Can Pou. Esos niños que jugaban al fútbol en la plaza y se apartaban para que el doctor pudiera aparcar su vehículo lo recuerdan siempre acompañado de un perro, un ca eivissenc, y una mujer, Catalina, que siempre se marchaba del pueblo con una cesta llena de huevos que le regalaban los pageses.

Joan Villangómez fue uno de los pocos médicos que había en la isla en un tiempo en que las farmacias eran escasas y en el que los facultativos ejercían de cirujanos e incluso de farmacéuticos. De hecho, una de las escenas que recuerdan sus pacientes de aquella época era la de estar en la sala espera escuchando el sonido del mortero en el que el doctor Villangómez hacía con sus propias manos medicinas y remedios que entonces no estaban patentados ni se comercializaban.

Pero Joan Villangómez no se limitó a ejercer únicamente su profesión. A principios de los años 30 comenzó la construcción de un edificio al inicio del paseo de Vara de Rey que en un principio pensó dedicar a viviendas y a montar una clínica. El inmueble, de estilo colonial, fue construido por el maestro de obras Joan Gómez Ripoll ‘Campos’, y albergó finalmente el llamado el Gran Hotel, el primer hotel moderno de Eivissa inaugurado en 1933 y que años después se convertiría en el hotel Montesol. Villangómez dirigió el hotel en su primera etapa y desde ese momento se convirtió en uno de los primeros impulsores del turismo en la isla.

Cuando empezó la Guerra Civil, el ejército confiscó el hotel dejando a Villangómez en una situación económica delicada. Tras el conflicto bélico, el hotel volvió a inaugurarse en 1946 bajo el nombre de Hotel Ibiza aunque el doctor se desvinculó de su gestión.

Los descendientes del doctor Villangómez han vendido recientemente el emblemático edificio del Montesol, que volverá a abrir sus puertas en junio con el propósito de recuperar su esplendor del pasado. Un pasado plasmado en la placa de la calle que lleva el nombre del doctor en el barrio de es Pratet y que pasó a un segundo plano eclipsado por la figura de su hijo, el gran escritor ibicenco Marià Villangómez.

Los remedios pageses para todo tipo de dolores

En la época en que don Joan ejerció su profesión, hace no demasiadas décadas y a falta de medicinas, en el campo ibicenco podían encontrarse remedios pageses para casi todo. Los más mayores todavía siguen las indicaciones de lo que el Institut d’Estudis Eivissencs definió en el libro «Remeis pagesos» como «medicina folklórica ibicenca». Un compendio de consejos y recetas que ha pasado de generación en generación y que, en algunos casos, todavía funcionan.

Entre los remedios pageses más populares, encontramos los de dolor de muelas. Siguiendo los consejos de los mayores, lo mejor es ponerse gotas de algo fresco en la oreja contraria de la muela que duele. Para los mordiscos de perro recomiendan quemar los pelos de la cola de un can y untar la ceniza resultante por la herida.

Los dolores de barriga son los que más remedios tienen, como beber vino acompañado de ruda verde. O los del constipado de pecho, para el que los pageses recomendaban papeles de estraza untados con aceite caliente encima del pecho.