La camioneta de unos de los vecinos quedó prácticamente cubierta por uno de los pinos caídos .

«Ha sido algo brutal. Lo ves en una película y no te lo crees pero hoy lo hemos vivido en nuestras propas carnes». Tres horas después del paso de un tornado por su casa, Manuel Andrade todavía no da crédito a lo que vivió ayer a mediodía junto a su hijo y su yerno en can Nebot, a Sant Antoni.

Faltaban unos 10 minutos para las 14 horas cuando lo que empezó como una lluvia fuerte pasó a ser un estruendo. «Me dio el tiempo justo para llegar a la casa. Y por el camino vi como volaban ramas y árboles enteros que caían por todos los lados», explicó Manuel a PERIÓDICO de IBIZA Y FORMENTERA.

El fenómeno meteorológico castigó durante unos 15 minutos algo más de una hectárea de la zona (un campo y medio de fútbol), arrancando de raíz algarrobos, pinos y almendros.

La huella de destrucción dejada es tal que, desde el paso del tornado, Manuel ve la carretera que antes no veía: «Ya ves qué desastre. No ha dejado ni un árbol en pie», apuntó con un tono de tristeza en su voz.

Algunos enseres de la terraza y material de construcción que tenía han aparecido a unos 50 metros de distancia. Otros, directamente no los encuentra.

Junto a Manuel recorremos el centenar de metros que nos llevan hasta la casa de su vecino Paolo. A un lado y otro del camino el panorama es desolador con árboles tumbados o destrozados por el paso del tornado.

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La casa de Paolo es la que salió más malparada. Lleva 15 años en la isla y los dos últimos en Can Compte. Pese a su fuerte complexión y carácter, Paolo reconoce que durante media hora pasó «mucho miedo. No había vivido una cosa tan fuerte en toda mi vida. Ha sido como una superproducción de Hollywood. Iba en mi moto a poner gasolina y me volví porque empezó a llover fuerte pero, de repente, la cosa se convirtió en una auténtica locura».

Paolo explicó que pasó momentos de apuro porque en casa estaban su madre y su padre que «ya tienen una edad, y ha sido muy impactante». Nos encerramos en casa y no le dio tiempo ni a proteger a los perros. «Lo peor vino cuando salí después del tornado».

El panorama que se encontró Paolo al salir fue desolador. La casa quedó incomunicada porque varios pinos cortaron los accesos a su casa. La puerta de entrada había volado unos 100 metros y apenas quedaba la estructura de hierro; su camioneta estaba cubierta por el enramado de un gran pino. Otro pino de grandes dimensiones cubría la barbacoa. El capítulo de daños se amplió cuando comprobó la parte trasera de la casa y vio que otro árbol había destrozado parte de la valla y reposaba sobre el tejado de la vivienda.

«Los bomberos y la brigadas del Ibanat se han portado de maravilla», subrayó Paolo, quien explicó que en cuestión de media hora han llegado y les han abierto paso para salir de la casa.

Un poco más abajo está la casa de campo de Cristina y Thierry. Otro vecino, Gustavo, les alertó de que había pasado un tornado por la zona. «Estábamos en la casa de Eivissa cuando Gustavo nos llamó para que viniésemos».

Al llegar a la casa, Cristina y Thierry quedaron muy impactados. «De la sorpresa inicial pasamos al disgusto. Ver algarrobos destrozados, pinos por los suelos y los muebles de la terraza esparcidos por todo el jardín da mucha impresión; apuntó Cristina, quien junto a su marido escuchan el episodio vivido por Manuel.

Junto a la casa, unos técnicos de de Elecnor reparan el único poste del tendido eléctrico afectado por el tornado. Uno de ellos comenta la paradoja de que el tornado haya arrasado con muchos árboles pero que los postes hayan resistido. Mientras tanto, Thierry continúa recogiendo los enseres que hay desperdigados. «Dentro de lo malo, dentro de la desgracia y del gran susto, estamos todos los vecinos aquí y nadie ha resultado herido», destaca Thierry. Desde ayer, él, Cristina, Paolo y Manuel podrán contar lo que es sobrevivir a un tornado en Sant Antoni.