La talla de la Virgen de Fátima realizó un emotivo desfile procesional por las calles de Dalt Vila en el que se pudo comprobar el fuerte fervor que las mujeres sienten por esta imagen de María. | Toni Escobar

Las serpenteantes calles de Dalt Vila fueron anoche testigos del amor y el profundo respeto que sienten las mujeres de Eivissa por la sagrada imagen de la Virgen de Fátima.

Ayer tarde, la Capilla del Monasterio de San Cristóbal acogió la celebración de los actos religiosos de la última jornada de la Novena que, tradicionalmente, se organiza en honor a la Virgen de Fátima en el convento de clausura de las Canonesas de San Agustín. Una celebración litúrgica cuya misa estuvo presidida por el Obispo de Eivissa y Formentera, monseñor Vicente Juan Segura. Así, tras las oraciones y rezos de vísperas, el rosario y la eucaristía, los numerosos fieles reunidos entonaron el himno de Nuestra Señora de Fátima para, posteriormente, aprestarse a acompañar en solemne procesión a la sagrada talla por las calles de la antigua ciudad fortificada.

Una procesión organizada por la Cofradía del Cristo Yacente, en la que participaron más de un centenar y medio de fieles, en su inmensa mayoría mujeres, que arroparon con su cariño y devoción a la Madre de Dios en un recorrido de una hora, realizando un emotivo trayecto de ida y vuelta hasta el ayuntamiento, acompañada por los sones de la Agrupación Musical del Cristo Yacente.

En este sentido, el presidente de la Cofradía, Antonio Torres, destacó que «se trata de una procesión muy especial, porque las mujeres de Eivissa sienten una devoción muy fuerte por Nuestra Señora de Fátima y, por eso, popularmente se dice que es la Virgen de las mujeres». Asimismo, Antonio Torres, recordó que «la procesión viene desde muy antiguo, pero después dejó de hacerse durante un tiempo, hasta que nuestra cofradía retomó de nuevo esta tradición hace unos 18 años, después de que el entonces obispo Javier Salinas y Sor Carmen, monja de clausura, nos realizaran una petición para que le prestásemos ayuda a las monjas»

A eso de las 21.00 horas, las puertas del Monasterio de San Cristóbal se abrieron de par en par, para enmarcar la salida del paso procesional con la pequeña imagen de la Virgen de Fátima. Una imagen, obra del taller valenciano de escultura de Román y Salvador, que lució en todo su esplendor con la llegada del ocaso, a la luz de las velas y engalanada para la ocasión con un fragante y colorido exorno floral compuesto por claveles blancos y rosas, rosas rojas, helechos y orquídeas.