La principal función de los mercados es comercializar productos alimentarios frescos para que el cliente, una vez en casa, los cocine.

Sin embargo, el ritmo de vida actual –y la difícil conciliación laboral y familiar- nos quita a menudo a ese preciado tiempo que antaño se dedicaba frente a los fogones.

Disponemos de poco más de media hora y la comida debe estar ya lista para ser deglutida, a veces con demasiadas prisas.

Para ello, si no disponemos de los favores de una abnegada madre o suegra, o bien adelantamos todavía más el despertador o podemos recurrir a uno de los muchos establecimientos donde se sirve comida preparada.

En el Mercat Nou de Vila, entre la multitud de puestos de frutas y verduras, pescaderías o carnicerías, encontramos un peculiar puesto que precisamente ofrece una solución para resolver esta situación.

En el rincón interior más próximo a la esquina de las calles Castilla y Extremadura, el Forn Can Bufí –que tiene otros puntos de venta en toda Eivissa- dispensa una gran variedad de comida casera y algunos de los platos típicos de la cocina ibicenca.

Desde hace un año, Paqui Martínez atiende este puesto, del que asegura “funciona bien todo el año, ya que te permite comer bien a un precio moderado”.

Entre los clientes, destaca a la gente joven “que trabaja en oficinas, no tiene tiempo de cocinar y cada día no puede ir de menú”, personas mayores “a los que les cuesta esfuerzo cocinar cada día” y también turistas, estos últimos especialmente durante la temporada turística aunque también cuenta con algunos fieles clientes extranjeros que residen en la isla.

Entre tanto, atiende a Luis, un cliente de mediana edad que se lleva dos raciones de ensaladilla rusa. “Son 4,50 euros”, indica la comerciante. “La verdad es que a veces te saca de un apuro”, manifiesta el cliente.

Dentro de la oferta de este puesto, hay algunos platos que nunca faltan: “Siempre tenemos frita de polp, albóndigas, pollo al horno, ensaladilla rusa y algo de pasta”, señala Paqui.

Además, en el resto de bandejas se pueden encontrar otros platos en función de la temporada. Así, según la época del año, pueden verse guisados de legumbres u otras comidas atemporales como el bacalao en salsa (24 euros / kilo), el salteado de verduras (8 euros / kilo), salchichas (9 euros / kilo), carne asada con patatas (8 euros / kilo) o pulpo a la gallega (18 euros / kilo).

Entre las perlas gastronómicas autóctonas, también pueden tener guisat d’ous, cuinat o guisat de ratjada según cada producto.

En cuanto a los precios, oscilan entre los 6 euros / kilo de los espaguetis o el arroz salteado; los 10 euros / kilo de la lasaña; o las albóndigas, el pulpo a la gallega y la frita de polp, que alcanzan los 14, 18 y 24 euros / kilo, respectivamente.

“En verano se disparan los pedidos con la demanda de los yates, vienen o llaman para que les guarde algún plato”, explica Martínez. “Un día se llevaron una bandeja de pollo entera y nos quedamos sin este plato para el resto de la mañana”, recuerda la empleada.

“Yo misma me llevo algo cada día, pagando, eh?”, comenta Martínez, dándose el caso que su trabajo le da, literalmente, de comer.