Imagenes del yacimiento de Es Cap de Barbaria II.

Ayer finalizó en Formentera la IV campaña del proyecto arqueológico de Es Cap de Barbaria II que comenzó el pasado día 9 de marzo y titulado, «Las comunidades prehistóricas de Formentera. Arqueología, patrimonio y sociedad».

Una iniciativa, en la que colabora el Consell Insular de Formentera, con un presupuesto total de 4.447 euros, codirigida por Pau Sureda de la Universitat Pompeu Fabra, Edgard Camarós del Institut Català de Paleoecología Humana i Evolució Social), María Ana Cueto y Luís Teira, ambos del Instituto Internacional de Investigaciones prehistóricas de la Universidad de Cantabria.

Concretamente, los trabajos de este año han consistido en sanear y consolidar los cimientos de la estructura de los ámbitos 6 y 7 ubicados al noroeste del yacimiento Cap de Barbaria II, reubicar las piedras que han perdido su posición original, rellenar los paramento con rocas de rechazo de la excavación, así como proceder a la consolidación de las estructuras internas con la ayuda de mortero de cal y a la nivelación del suelo en el interior de la estructura.
Según explicó Pau Sureda a este rotativo al inicio de la excavación, «el objetivo sigue siendo establecer cómo vivían y se relacionaban los habitantes de este enclave con otras comunidades asentadas en el resto de Baleares y en la Península durante la Edad de Bronce y que podemos situar entre el 1.600 A.C y hasta el año 1.000 D.C.»

Cuevas funerarias

Durante este mes los científicos han continuado con prospecciones en una cueva de La Mola, que han bautizado como punto 127 y donde hallaron restos de una persona enterrada, junto a abalorios y trozos de cerámica. Un conjunto que tiene una antigüedad de 4.000 años y sobre, Edgar Camarós apuntó que esto confirmaría que, «los habitantes de la Edad de Bronce residían en es Cap pero enterraban a sus muertos en las cuevas de La Mola, lo que nos demuestra cómo se movían en la isla con es Cap como habitat y La Mola como sitio funerario».
Todos estos estudios están destinados a ampliar el inventario de asentamientos prehistóricos en cueva mediante programas de prospecciones territoriales, así como evaluar el potencial arqueológico real de dichos enclaves.