La ONU y la Liga Árabe han respondido a Donald Trump que la solución de dos Estados es el único camino para intentar dar estabilidad al conflicto político existente entre Israel y Palestina. Y es que en la reunión que mantuvo Trump con Netanyahu el pasado jueves en Washington manifestó que podría ser un Estado o dos. Es decir, volvió a complicar un tema que podría ser aceptado por el líder (moderado) Mahmud Abás. La cuestión es que Hamas sigue complicando la solución al cometer atentados, lanzando cohetes contra Israel y pedir su destrucción, y mientras persistan así no habrá una paz posible entre los dos pueblos. Y, claro, buena parte de la solución pasa por conseguir un status especial para Jerusalén, que sea aceptado por las dos partes.

Lo cierto es que siempre se ha intentado exterminar a los judíos: por parte de los amalequitas, asirios, babilonios, griegos, romanos, persas, los inquisidores españoles, los nazis y ahora el Estado Islámico, el Irán nuclear y todo el yihad ismo mundial. Buscan la destrucción del Estado de Israel cuando no se sabe qué mal le han hecho los judíos a la Humanidad. En pocas palabras, el antisemitismo no quiere reconocer que los judíos son el pueblo más inteligente y, por añadidura, el elegido por Dios (lo dice la Biblia), que les dio la tierra en que hoy se levanta el Estado de Israel. Además, me permito reproducir unas palabras de Melitón Cardona en su artículo La inmigración musulmana, publicado en PERIÓDICO de IBIZA Y FORMENTERA el pasado jueves: «… los que piensan que el Islam es una religión ignoran que se trata de un proyecto político teocrático, regresivo, autoritario, antidemocrático y cruel». En conclusión, Donald Trump debe dejar de marear la perdiz y aceptar la resolución de la ONU y de la Liga Árabe.

La grave es que Trump, el presidente de los EE.UU, el hombre más poderoso del planeta Tierra, tiene problemas con los jueces, la CIA, el FBI, los medios de comunicación, buena parte de los que lo votaron y, para ‘rizar el rizo, un grupo de 35 psiquiatras alerta que está incapacitado para el cargo. Así lo han publicado en The New York Times, denunciando la grave inestabilidad emocional que muestran el discurso y las actuaciones del presidente. A su juicio, el discurso y las actuaciones del presidente demuestran una incapacidad para tolerar puntos de vista diferentes al suyo que desemboca en reacciones airadas.

Así las cosas, hay que pensar en un posible impeachment contra el presidente Trump, vocablo que significa «acusación formulada contra un alto cargo». Y para mayor claridad, un impeachment para cualquier mandatario está previsto en la Constitución de los Estados Unidos, en una cláusula del Artículo II, Sección 4, que establece que «el Presidente, el Vicepresidente y todos los funcionarios de los Estados Unidos serán destituidos de su cargo por un juicio político y la condena por traición, soborno u otros delitos graves y menores». El problema estriba en que en el Congreso y en el Senado el Partido Republicano tiene la mayoría. Vivir para ver.