Teniendo en cuenta lo berraco y pelotudo que ha comenzado, en el quilombo del despacho oval, su mandato el emprendedor y proteccionista Pato-Donald Trump, que ya le ha echado un par de broncas casi mentándole a la madre al presidente Peña Nieto y a los mejicanos todos, ¡ándele!, que están que se suben no por las paredes sino por el muro que les quiere terminar de construir, y teniendo en cuenta que encima Trump le está dando cuartelillo a Teresa May (que es una especie de Macbeth) para que apuntille y acabe de dinamitar uno de los legados de Churchill: la Unión Europea, pues bien este Trump que nos ha dicho que él va a arreglar el mundo, y también nos ha dicho que ser presidente de Estados Unidos es “una experiencia surrealista” (Dalí estaría encantado de oír estos apotegmas de Trump), pues ha estado ciertamente suave en su conversación telefónica con el presidente del Gobierno de España. De entrada parece que Puigdemont ni ha existido en ese speech trumpiano, luego el mandarín le ha dicho a don Mariano que España ponga más pasta en la OTAN: como empresario que es está todo el día mirando por la cuenta de resultados de los gringos. Pero hete aquí que podemos jugar nuestra carta: España, gracias a Trump, puede volver a tener un papel importante en Hispanoamérica, y en ese sentido la llamada de solidaridad que le hizo Rajoy al presidente de Méjico, y la conversación con el presidente de Estados Unidos de hace unos días, indican que tal vez nuestro país vuelve a la política exterior, algo olvidado, secundario en estos años de la crisis y que es vital para nuestros intereses y para el despegue de la economía española.