Marta Maicas ya no será la presidenta del Parlament como hubiéramos querido, aunque solo fuese por tener una presidenta proveniente de las Pitiusas, que sería como poner una pica en Flandes porque Menorca ya lo consiguió con Joan Huguet entre 1995 y 1999. Y no lo será justamente porque es diputada por Eivissa y porque, además, está imputada. Este detalle sin mayor importancia ha sido para Podemos una característica abominable que por sí sola y sin esperar nada más ni tener en cuenta más consideraciones, merecía la mayor de las condenas, el descenso a los infiernos. Pero hete aquí que ahora que es una de los suyos la que se encuentra en esta desdichada situación, por azares del destino y por denuncia en el juzgado de otra diputada, Montse Seijas, que advirtió que su firma digital había sido usada sin su consentimiento, Podemos cambia de opinión. La magistrada jueza Laura Camargo, la misma que acusa a Xelo Huertas de prevaricar, afirma que la imputación de Maicas no tiene importancia porque no se trata de un delito de corrupción política. Ahora resultará que falsificar presuntamente la firma de otra diputada para impedirle llevar a cabo sus funciones, no es un hecho de corrupción política. Así es la ética Camargo. Sucede que viendo las barbas de Maicas afeitar, Camargo pone las suyas a remojar porque la siguiente en ser citada e imputada muy posiblemente será ella. Recordemos que la portavoz parlamentaria de Podemos reconoció los hechos y pidió disculpas, atribuyéndolo a un error informático. Ahora se lo tendrá que explicar al juez Pedro Barceló y convencerle de que no hubo intencionalidad. Veremos si lo consigue. Ya de paso que denuncie en el juzgado a Huertas por prevaricación, si tan convencida está. Sus sentencias in voce en la sala de prensa del Parlament no acaban de convencer.