Del mismo modo que la victoria de Donald Trump en Estados Unidos parecía hace 16 años una simple secuencia de un capítulo de los Simpson, Ibiza está mutando hasta convertirse en la comunidad de Montepinar de la serie «La que se Avecina». Los guionistas de ficciones extranjeras y patrias emulan a Nostradamus y superan con creces al vidente Sandro Rey en sus predicciones, siendo capaces de vaticinar que uno de los personajes más sórdidos de la política internacional se haría con la presidencia del país más influyente del mundo y que el destino en el que Teodoro Rivas», pinchaba como «Dj Theo» su conocido «mandanga style», se convertiría en una parodia de su propia escalera. El símil cobra vida con la amenaza de una ley que pretende legalizar los pisos residenciales y convertirlos en turísticos y dar carta blanca a quienes ya comercian impunemente con un derecho como es el acceso a una vivienda digna. Familias que antes podían subsistir rozan hoy el umbral de la pobreza y se ven abocados a vivir en infraviviendas, compartir piso con otras familias o incluso a dormir en garajes, al más puro estilo «Cuqui» y «Amador».

Frases que ha hecho famosas esta serie como: «¡derrama!», nos sacuden con fuerza a los isleños de a pie cuando se nos comunica en las juntas de vecinos que debemos abonar los desperfectos causados por esos inquilinos temporales de los que hacen el agosto a nuestra costa. Puertas destrozadas, desconchones, bombas de piscinas rotas, telefonillos desguazados… a los que se suman un incremento de partidas de limpieza para hacer frente a las meadas diarias en rincones insospechados, vómitos o colillas de cigarros, amén del atentando a nuestro descanso.

Pero claro, los que alquilan a turistas que vienen a “quemar” la isla no conviven con ellos, no aguantan sus faltas de educación ni sus ruidos y somos nosotros los que tenemos que apechugar con ese tipo de visitantes que no nos aportan nada económica ni intelectualmente. Menos mal que ayuntamientos como Santa Eulària o Eivissa ya se han mostrado contrarios a esta normativa del “todo vale” y pretenden regular este tipo de alquileres para que sus municipios no se parezcan tanto a los platós de Tele 5.

Y esto es solo el principio: “la que se avecina” es una secuela de “La Barceloneta 2” que si no atajamos derivará en descontrol, botellones, amenazas y un problema de convivencia real que se palpa en muchas zonas de la isla y al que sucederá un movimiento okupa.

La especulación, el dinero fácil y la posibilidad de alquilar pisos a 1.000 euros la semana durante el verano en dinero negro contante y sonante, hacen que la gente no pueda acceder a una vivienda durante todo el año a un precio normal y están comenzando a echar a gente cualificada y trabajadora que siente que la isla les manda a casa. Los jóvenes ibicencos no pueden emanciparse, salvo si sus padres tienen más de un piso en propiedad o comparten con varias personas, y muchas familias se ven abocadas a acoger en sus pisos a tres generaciones. Separarse es una quimera porque nadie puede asumir el coste de un alquiler como single y se dispara la demanda de pisos de nueva construcción un 12 por ciento…

Parece una parodia, una broma, una serie sátira, pero irónicamente esta es la isla que estamos permitiendo que emita cada día un nuevo capítulo que no tiene ninguna gracia.