Afirmar que las redes sociales han revolucionado nuestras vidas no es ningún secreto para nadie, y pobre del que lo niegue, pero que haya gente que se juegue la vida por ellas ya es de libro. Primero fueron los famosos selfies, en situaciones cada vez más comprometidas y peligrosas. Lo importante es que la gente sepa que has estado allí, sino parece que no existió, y, sobre todo, tratar de encontrar esa foto única que sólo tienes tú. De ahí que luego en los telediarios aparezcan noticias como ‘la manera más absurda de morir haciéndose un selfie’. Hay gente que se ha fotografiado al borde de un edificio, cerca de animales peligrosos, con pistolas, conduciendo o incluso corriendo en los San Fermines con los toros pisándole los talones.

Pues bien, cuando aún no se había pasado la fiebre de los autorretratos se ha puesto de moda algo, si cabe, aún más absurdo, capturar Pokemons. Y no me entiendan mal, que cada uno es dueño de emplear su tiempo libre en lo que le plazca, pero no hasta el punto de que un ‘descuido’, por atrapar a los muñequitos virtuales, te haga cruzar la calle sin mirar, con riesgo de ser atropellado o de atropellar a alguien, e incluso de tener un accidente, como le ocurrió a un ciudadano estadounidense cuando chocó contra la policía mientras jugaba al ‘Pokémon Go’.
Una fiebre que llevada al límite se convierte en idiotez, pues mucha gente va como loca por la calle detrás de estos animalejos, que llevaban más de diez años olvidados y que han vuelto a revivir como la espuma. Al final, está la moraleja de que cualquier cosa llevaba al extremo es mala, aunque también deje anécdotas divertidas como la de la presentadora de informativos que atravesó en directo el plató, persiguiendo un Pokémon, mientras su compañero estaba dando el parte meteorológico.