Una vez al año, cuando los relojes se atrasan una hora, ganas un tiempo que te permite dar marcha atrás y volver a empezar. Este año, además, tienes la ocasión de revisar los últimos seis meses y decidir si recorres el mismo camino o eliges otro diferente. Dentro de nada, volverás al 20 de diciembre de 2015. Quizá vayas a votar, o quizá no. Quizá saludes a las mismas personas camino del colegio electoral y hasta es posible que veas las mismas caras en la mesa de la urna. O no. Y, otra vez, el día anterior habrá sido el de la jornada de reflexión. Oportunidad única para ir más allá y no quedarse únicamente en si hiciste bien o mal en votar a este o al otro, o en no votar a nadie. Como en el espacio mínimo que empleas en atrasar una hora las agujas del reloj, durante las 24 horas del próximo 25 de junio, recién pasada la noche de San Juan, quedará tiempo para repensarlo absolutamente todo. Y mientras reflexionas sobre qué hacer ante las elecciones generales, también podrás preguntarte qué estabas haciendo aquel 20 de diciembre; si sigues haciendo lo mismo o no; si vale la pena o si hay que buscar un camino diferente. Si es verdad que no puedes entrar y salir dos veces de un mismo río siendo la misma persona (o eso crees que contaba Heráclito), sí puedes mirar todo lo que has hecho desde que se abrió este paréntesis en el que todo ha quedado como suspendido. Dentro de pocos días será el momento único de la segunda oportunidad. Las agujas de reloj se pueden atrasar seis meses de aquí a unos días y decidir si dejas atrás todo lo que has hecho o lo vuelves a repetir. Los universos paralelos existen, como demuestra lo que va del 20 de diciembre pasado al próximo 26 de junio. Por eso es tan importante la jornada de reflexión antes de decidir. Porque decidir cómo se gobierna uno (o una) es mucho más complejo que decidir quién gobierna un país.