Hacía un sol radiante y por delante teníamos un trazado novedoso. Doce kilómetros y medio de recorrido por un paraje natural impresionante. Desde Cala Boix enfilábamos un trazado sinuoso, duro, pero para ir saboreándolo: los que no somos profesionales no debemos ir más allá. Las marcas nos llevaban hasta la majestuosa Torre d’en Valls. Desde este punto, y con Tagomago en el horizonte, iniciamos un escarpado descenso hasta Pou des Lleó. Esos primeros cuatro kilómetros dieron para una caída y varias fotos. Después nos adentramos en el valle completando un recorrido de mar y montaña espectacular. Las carreras son una gran oportunidad para conocer un poco más los rincones maravillosos que esconde la geografía de Eivissa. El trail de Sant Carles no me decepcionó. No le puedo poner ningún pero a una carrera excelentemente organizada, aunque el hecho de ser una salida cronometrada me impidió compartir kilómetros con los maldekamerus. Debo confesar que fue la excusa perfecta para dejarme ir y disfrutar un poco más del recorrido compartiendo risas con los participantes de la caminata. No importa la distancia, el ritmo al que corras, ni las marcas. Lo que importa es que correr te haga feliz, te divierta.

Me inscribí al trail de Sant Carles a última hora. Desde hacía meses tenía dorsal para participar en la Maratón Vía Verde Ojos Negros de Navajas pero al final los planes para ir a Valencia se torcieron. Desgraciadamente, el domingo se fue torciendo poco a poco. Tras la llegada a meta, refrigerio y charla con los amigos. Después miré el teléfono y me encontré con un primer mazazo.

Más tarde, a través de twitter me enteré de la muerte de un corredor de Navajas en plena carrera. Minutos después, un segundo participante fallecía debido al esfuerzo. Amigos del asfalto, saber dónde están nuestros límites puede ser vital. Y recordad: las carreras están para disfrutarlas.